¡Dentro de esa mirada no se camina; se vuela! |
¡Qué mirada! Ninguna es tan límpida, tan franca, tan
pura, tan acogedora. Mientras más se camina dentro de esa mirada, tanto más
atrae hacia un indescriptible ápice interior y profundo.
Es precisamente este ápice, donde se conjugan todas las
perfecciones, lo que veo levantarse al fondo de esa mirada. Ápice desde lo alto
del cual un imperativo cristalino, categórico, irresistible, excluye toda forma
de mal, por más ligera y menuda que sea. Puede alguien pasarse la vida entera
caminando dentro de esa mirada, sin llegar jamás a ese ápice.
¿Caminata inútil? No.
Dentro de esa mirada no se camina; se vuela. No se pasea;
se peregrina. Cuando el peregrino cierra los ojos, juzga verla a la manera de
una luz en los más profundo de sí mismo.
Tengo la impresión de que, si durante toda la vida fuera
fiel en ese vuelo, cuando cierre definitivamente los ojos, esta luz brillará en
el fondo de su alma por toda la eternidad.
Lector; te invito a que hagas a tu vez esta magnífica
peregrinación
dentro de la mirada de la Virgen. Reza entonces por ti.
Reza por la Santa Iglesia perturbada y atormentada como
nunca.
PLINIO CORREA DE OLIVEIRA
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