Es cierto. No se aleja el demonio cuando la persona
comulga. Se queda ahí quieto, aunque supongo que tremendamente incómodo. A
veces, durante un exorcismo, coloco sobre la cabeza del poseído una forma
consagrada y pregunto: "¿Sabes lo que tienes ahí?". Y contesta:
"Sí, está Él", y ni se inmuta. Sin embargo, he descubierto algo
curiosísimo: el demonio se descontrola en rabia desesperada cuando coloco algo
que refleja la presencia de la Virgen, como un escapulario, o si rezo oraciones
de la Virgen. ¡A María le tiene un odio impresionante! Entonces sí se revuelve,
no lo puede soportar. ¡Huye como de la peste!
¿Y eso por qué?
Porque se siente profundamente humillado. El saberse
obligado a hincar la rodilla ante una mujer, la Madre de Cristo... ¡Ah! No
puede con eso. Las oraciones a la Virgen durante un exorcismo son
extraordinariamente poderosas a mi favor... También ocurre con las reliquias
que han pertenecido a algunos Santos. Yo suelo utilizarlas con mucha
frecuencia, porque no las puede soportar. Suele 'salir' despavorido por la
misma razón: la humillación de la obediencia a la que le obliga Nuestro Señor,
que le induce a doblegarse ante un hombre, no ante un ángel o ante Dios mismo:
ante un hombre que ha sido santo. Me ocurre mucho con las reliquias que utilizo
del padre Pío de Pietrelcina, a quien tengo especial devoción. Sale huyendo
ante las oraciones y las invocaciones que hago sobre él. ¿Sabe que lo conocí siendo yo muy jovencito?
¡Le tiraba de la barba y él se partía de risa! Yo le adoraba, era una persona
de una bondad hiperbólica, un hombre de Dios de pies a cabeza. Un gran santo de
nuestro mundo.
Padre Gabrielle Amorth
me parece fenomenal, que el demonio huya ante la presencia de Dios y la santisima virgen Maria
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