AMEMOS A LA
INMACULADA
¡Gloria a María, Hija del Padre! ¡Gloria a María, Madre del Hijo! ¡Gloria a María, Esposa del Espíritu Santo! |
Contempla a María que te dice: Hija, si soy tu Madre, ¿dónde
está mi honor? Dadme un corazón agradecido a vuestras bondades, ¡oh María!
¿Qué es María para Dios? Es la hija más amada de Dios Padre…
Por eso le dio todo poder en el cielo, en la tierra y en los infiernos… Es la Madre más honrada de Dios
Hijo… que quiso elevarla a la dignidad infinita de Madre de Dios… Es la Esposa más privilegiada de
Dios Espíritu Santo… Por eso le comunicó un amor el más subido, y la enriqueció
con toda clase de gracias, dones y excelencias… Virgen y Madre Inmaculada,
purísima sin igual… Sólo Dios es superior a María… Todo lo demás, Ángeles,
Santos, criaturas todas, le son inferiores… Esta es tu Madre, ámala, pues;
admira y reverencia tan incomprensible grandeza.
¿Qué es María para ti? Es la Madre más tierna, más
solícita de tu felicidad… y por lo mismo tu vida… dulzura… y esperanza… No
puedes vivir en gracia y perseverar sin amar a María… Es María la respiración
del alma cristiana… ¿Amas a María?... ¿La invocas a menudo? En esto conocerás
si vives la vida de la gracia, y tus adelantos en la virtud y perfección.
En este valle de lágrimas, en este lugar de destierro nadie
vive sin penas, sin gustar grandes amarguras de desengaños… ¿No es verdad?...
Pero en estos casos duros, ¿es María tu dulzura?... ¡Ah! Quizás no te acuerdas
que en el cielo tienes tan dulce Madre, y vives por ello llena de
desabrimiento, de despecho y desolación… ¡Pobrecilla! Vuelve, vuelve al seno de
la mejor de las Madres… llama a María Inmaculada, invócala con confianza, y
renacerá en tu alma la fe… la confianza… la caridad… la paz… el perdón.
Es María tu mejor esperanza después de Dios. ¿Qué esperas de
María? ¿Esperas alcanzar por su medio el perdón de tus pecados, la gracia de la
perseverancia, ver, por fin, a Jesús después de este destierro?... Examina tu
corazón y persuádete, que nunca te excederás en amar a María, en honrarla, en
imitarla y extender su devoción… Jesús te va delante con su ejemplo… Ningún
mortal, por más que haga, podrá honrar más a María tanto como la honro el Hijo
de Dios. ¡Oh María, Madre querida de mi corazón, vida, dulzura y esperanza mía;
en la vida, en la muerte, en el tiempo y en la eternidad mostrad que sois mi Madre!…
En todos mis peligros y tentaciones os invocaré con confianza, y saldré siempre
victoriosa de mis enemigos… ¿No es verdad, Madre mía de mi alma, María
Inmaculada?
¿Qué eres tú para tu Madre María? Hija ingrata tal vez…
carga molesta… nueva cruz… quizá espada de dolor que lacera su pecho… ¿Y
tendrás corazón, para lacerar otra vez el Corazón Inmaculado de María
clavándole nuevas espadas de dolor?... ¿Tendrás corazón para cometer tan enorme
crimen?... Pues sábete que esto has hecho y estás haciendo cuantas veces
cometes un pecado mortal. Madre mía de mi alma, María, Madre de mi corazón,
piedad y perdón; no quiero, no, hundir más en vuestro amoroso pecho nueva
espada cruel, sino arrancárosla todas para calmar vuestro dolor… Así lo haré en
adelante, Madre querida, con mi conducta cristiana, con mi modestia y celo por
la salvación de las almas. Amén
Fruto.- No pasaré día sin encomendarme a María rezándole a
su pureza tres Avemarías. Ayunaré o a lo menos guardaré abstinencia todos los
sábados y vigilias de sus festividades, y haré que otros la amen de corazón.
Cada día, en cuanto lo consientan mis ocupaciones, le rezaré el Santo Rosario.
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