“¿Quién podrá elogiar tu esplendor? ¿Quién se atreverá a
expresar con palabras el portento que eres? ¿Quién se considerará capaz de
narrar tu encanto? Tú adornaste la naturaleza humana; Tú superaste a los
órdenes angélicos; Tú eclipsaste el fulgor de los Arcángeles; Tú mostraste que
está por debajo de ti el sublime asiento de los Tronos; Tú dejaste abajo las
alturas de las Dominaciones; Tú sobrepujaste el poderío de los Principados; Tú
hiciste que pareciese débil la fortaleza de las Potestades; Tú sobresaliste por
una virtud mayor que la de las Virtudes; Tú sobrepasaste el vuelo de los
Serafines de seis alas, con el batir divino del plumaje de tu alma; Tú
finalmente has sobrepasado largamente a todas las criaturas: porque
verdaderamente sobrepujaste la pureza de todas; y porque recibiste en Ti al
fundador de todas las criaturas: el mismo que engendraste en tu seno y te
engendró; y sólo Tú entre todas las criaturas has sido hecha Madre de Dios”
San Sofronio de
Jerusalén
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