Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 6 de agosto de 2022

CONSONANCIA DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA CON LOS DEMÁS PRIVILEGÍOS DE LA VIRGEN

 

¿Quién es ésta que surge cual la aurora, bella como la luna, refulgente como el sol?

Grande debió ser la admiración de los santos ángeles cuando vieron a la Santísima Virgen, Madre de Dios, Ascender al cielo en cuerpo y alma al término de su vida terrena. Aquella que les había sido vaticinada como la gran Reina a la que debían vasallaje para alcanzar la bienaventuranza eterna, por fin entraba en sus dominios, glorificada por su Hijo Dios en todo su ser, cuerpo y alma.

• Era una aurora que se levantaba, la primicia de todos los que deben resucitar con vida gloriosa, a título de miembros de Cristo y de hijos de María.

• Era Bella como la luna, pues no tenía, por así decir, luz propia: solo Cristo es verdadero sol que, en su transfiguración, nos muestra que a Él le correspondía tener una naturaleza humana glorificada, a pesar de que Él veló esa gloria que le correspondía para poder padecer por nosotros; mientras que la Santísima Virgen es la luna del mundo sobrenatural: ningún astro más hermoso que Ella, pero Ella recibe del Sol, que es Cristo, toda su gloria.

• Pero también, a su modo, le tocaba a la Virgen ser refulgente como un sol, pues la gloria que hoy se manifiesta en la Virgen, de Ella debe comunicarse un a todos nosotros.

Es este misterio de la Asunción la culminación de todos los misterios de la Virgen. Podríamos decir que Nuestra Señora es una hermosa catedral en que su divino Hijo ha ido colocando paso a paso las diferentes columnas; que deben sostener la cúpula final que la completa y acaba: los pilares son como los privilegios que Nuestra Señora recibe en vida, pero todos ellos sólo encuentran su perfección en la glorificación definitiva de la Virgen por la Asunción, y por eso todos apuntan hacia la Asunción como hacia su fin. Es lo que hermosamente explica el Papa Pío XII, dejando hablar a los Santos Padres, en la bula “Munificentissimus Deus”, en la que define el dogma de la Asunción de María.



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