Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 25 de mayo de 2019

ORACIÓN DE ANHELO POR VER A MARÍA EN EL CIELO

Virgen Inmaculada, Tú me has de salvar. Haz que siempre me acuerde de Ti y Tú nunca te olvides de mí


¡Señora mía Inmaculada!, yo me alegro contigo de verte enriquecida con tanta pureza. Doy gracias y siempre las daré a nuestro Creador, por haberte preservado de toda mancha de culpa, como lo tengo por cierto, y por defender este grande y singular privilegio de tu Inmaculada Concepción, estoy pronto y juro dar si fuera menester, hasta mi vida.

Quisiera que todo el mundo te reconociese y te aclamase como aquella hermosa aurora siempre iluminada por la divina luz; como el arca elegida de la salvación, libre del universal naufragio del pecado; por aquella perfecta e inmaculada paloma, como te llamó tu divino esposo; como aquel jardín cerrado que hizo las delicias de Dios; por aquella fuente sellada que jamás pudo enturbiar el enemigo; en fin, por aquella blanca azucena que eres Tú, y que naciendo entre las espinas, que son los hijos de Adán, manchados por la culpa y enemigos de Dios, Tú sola viniste pura y limpia, toda hermosa y del todo amiga del Creador.

Déjame que te alabe como lo hizo Dios: “Toda Tú eres hermosa y no hay mancha alguna en Ti” (Ct 4, 7). Purísima Paloma, toda blanca, toda bella y siempre amiga de Dios: “¡Qué hermosa eres, amiga mía, qué hermosa eres!” (Ct 4, 1).

María, tan bella a los ojos del Señor, no te desdeñes de mirarme piadosa; compadécete de mí y sáname. Hermoso imán de los corazones, atrae hacia Ti el pobre corazón mío. Tú que, desde el primer instante, te presentas pura y bella ante Dios, ten piedad de mí, que no sólo nací en pecado, sino que también después del bautismo he vuelto a mancillar mi alma con nuevas culpas.

¿Qué te podrá negar el Dios que te escogió por su hija, su madre y su esposa, que por esto te ha preservado de toda mancha, y te ha preferido en su amor a todas las criaturas?

Virgen Inmaculada, Tú me has de salvar. Haz que siempre me acuerde de Ti y Tú nunca te olvides de mí. Mil años me parece que faltan hasta que pueda llegar a contemplar esa tu belleza en el paraíso, para sin fin amarte y alabarte, madre mía, reina mía, amada mía, María.

"Las Glorias de María"
San Alfonso María de Ligorio





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