En la ciudad de Barcelona, nos
dice el doctísimo Daniel de la Virgen María, murió por el año 1620 la Srta.
Catalina Bosser, doncella muy devota y recogida, y luego de transcurridos
cuatro meses se apareció a una prima suya, llamada Magdalena Nicolás. Esta última,
muy medrosa y timorata, después de grandes sobresaltos y pavorosos miedos,
concediéndole Dios la gracia que da en semejantes casos para no dejarse
alucinar ni seducir del enemigo, con gran paz de conciencia tuvo la dicha de
recibir la visita o aparición de su prima Catalina, la cual le manifestó que
llevaba ya cerca de cinco meses sufriendo horribles tormentos en las llamas
expiatorias del Purgatorio, por ciertas mandas y promesas que había dejado de
cumplir en vida, rogándole le ayudase con sus oraciones y caridades a salir
cuanto antes de aquel fuego abrasador.
Tomó desde luego a su cargo,
la piadosa doncellita Magdalena, el cumplir por su querida prima todo cuanto le
había revelado en la visión, y cuál no sería su asombro cuando al cabo de seis días
se le volvió a aparecer para darle las gracias por su caridad y diligencia en
socorrerla. Magdalena, más respuesta ya de sus sustos y sobresaltos anteriores,
interrogó a su prima por el estado en que se encontraba una hermana suya, que
hacía pocos días que falleciera en Cerballón. Con inmenso júbilo le respondió
la prima que el alma de su hermana había volado al cielo el sábado inmediato a
su fallecimiento, por virtud del privilegio sabatino, que como fervorosa
cofrade lograra merecer. Y añadió después: Vos, hija mía, tomad y llevad con
fervor el Santo Escapulario, pues yo no lo llevaba y por esto me he visto en
tan grandes tribulaciones e indecibles tormentos. Dichosos, hija mía, aquellos
que le visten, pues es gran verdad que por los ruegos e intercesión de María
Santísima vuelan las almas de sus cofrades al cielo en el primer sábado después
de su muerte.
Quedó consoladísima Magdalena
con esta aparición, y tan inflamada en santo ardor y celo por la devoción y el
culto a la Virgen Santísima del Carmen y a su bendito y milagroso Escapulario,
que fue el mayor apóstol en sus tiempos de esta devoción. Manifestó después
Magdalena, al Ordinario, estas apariciones, el cual, luego de examinar su santa
vida y seriedad y caridad ardiente, que hacían piadosamente creíbles sus
afirmaciones, interpuso su jurídica autoridad y permitió que se imprimiesen en
Barcelona estos hechos o apariciones para gloria y alabanza de nuestra Madre
dulcísima del Carmen, que así se digna favorecer a sus devotos.
Milagros y Prodigios del Santo
Escapulario del Carmen,
por el P. Fr. Juan Fernández
Martín, O.C.
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