Si soy, pues, tan diferente de Ti, ¿es señal de que no te amo? |
¡Madre mía! Tu belleza enamoró
a Dios y le hizo descender del cielo a tu seno, y yo ¿podré vivir sin amarte?
No, no descansaré hasta amarte verdaderamente, con un amor constante y tierno
hacia Ti, Madre mía. Sí, quiero amarte, dulcísima Madre, quiero amarte, pero al
mismo tiempo tengo miedo de no amarte, porque sé que el amor hace semejante al
amante y al amado… Si soy, pues, tan diferente de Ti, ¿es señal de que no te
amo? ¡Tú tan pura, yo tan impuro! ¡Tú tan humilde, yo tan soberbio! ¡Tú tan
santa, yo tan pecador! Pero, Madre mía, esto es lo que tienes que hacer Tú, pues
me amas: hacerme semejante a Ti. Tú puedes cambiar los corazones; toma el mío y
cámbialo. ¡Muestra al mundo cuánto puedes para favorecer a los que Tú amas!
¡Hazme santo, hazme digno hijo tuyo!
San Alfonso
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