¡Gloriosa Reina del cielo, sublime Señora de los Ángeles!,
desde el principio Dios os dio la virtud y la misión de aplastar la cabeza de
Satanás. Muy humildemente os suplicamos de enviarnos vuestras legiones
celestiales para que bajo vuestro mando y por vuestra virtud, repriman a los
espíritus malignos, los combatan en todas partes, confundan su osadía y los
arrojen al infierno.
¡Gloriosísima Madre de Dios!, enviad vuestros ejércitos
invencibles para que nos ayuden en la lucha contra los emisarios del infierno
entre los hombres; frustrad los planes de los ateos y confundid a los impíos;
concededles la gracia de la luz y conversión, para que con nosotros alaben a la
Santísima Trinidad y honren a Vos, nuestra Madre clemente, piadosa y dulce.
¡Patrona poderosa!, que vuestros Ángeles protejan
vuestras Iglesias y Santuarios en todo el mundo. Que protejan las casas de
Dios, los lugares sagrados, las personas y cosas, y especialmente la Santísima
Eucaristía. Preservadlas de la profanación, del robo, de la destrucción y desacralización.
¡Preservadlas, Señora nuestra!
¡Oh Madre celestial!, sed asimismo el amparo de nuestras
cosas, de nuestras moradas y familias contra la maldad y astucia de nuestros
enemigos visibles e invisibles. Que vuestros santos Ángeles habiten en ellas y
reine devoción, paz y gozo en el Espíritu Santo.
¿Quién como Dios? ¿Quién como Vos, Reina de los Ángeles y
Terror del infierno? ¡Oh clemente, OH dulce Madre de Dios, y Madre inmaculada
del Rey de los Ángeles, que ven continuamente la cara del Padre que está en los
cielos, Vos sois para siempre nuestro amor y amparo, nuestra esperanza y
nuestra gloria!
¡San Miguel, santos Arcángeles, defendednos, protegednos!
Amen.
Exorcismo privado; Cada uno puede y debería utilizarlo y
recitarlo sobre sí mismo y otros –también de lejos– usando la señal de la cruz
y agua bendita, particularmente en tiempos de graves tentaciones, de pruebas y
tribulaciones, de confusión y ofuscación, en momentos de abatimiento y
desesperación, al tratar asuntos importantes o al tomar graves decisiones,
frente a personas hostiles y especialmente cerca de la cama de los enfermos o
moribundos:
"En el nombre de Jesús, María y José, yo os mando, espíritus malignos, dejarnos y salir de este lugar (dejarlos y salir de aquel lugar): no os atreváis volver a tentarnos y hacernos nuevamente daño (tentarlos y hacerles nuevamente daño). ¡Jesús! ¡María! ¡José! (tres veces). San Miguel, defiéndenos. Santos Ángeles de la Guarda, protegednos contra toda maldad del diablo"
Bendición;
"La bendición del Padre, el amor del Hijo y la virtud del Espíritu Santo, la protección maternal de la Reina del Cielo, los méritos de San José, la ayuda de los Ángeles y la intercesión de todos los Santos estén con nosotros (vosotros) y nos (os) acompañen siempre y por todas partes. Amen"
Con licencia Eclesiástica
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