“Túvome el Señor como principio de sus actos, ya antes de sus obras, desde la eternidad fui constituida” |
Los maravillosos
efectos que la gracia produce en nuestra alma –filiación divina, participación de
la vida divina, comunicación íntima con la Trinidad- se realizaron en María con
una plenitud, un realce, una fuerza y un realismo totalmente particulares. Si,
por ejemplo, toda alma en gracia es hija adoptiva de Dios y templo del Espíritu
Santo, la Virgen lo es por excelencia y en el modo más perfecto, porque la
Trinidad se entregó a Ella en el grado más alto que puede consentir la
naturaleza de una simple criatura, de tal modo que -como enseña Santo Tomás (I.ª , q, 25,
a, 6, ad 4)- la dignidad de María toca “los umbrales del infinito”.
Se
comprende fácilmente esta elevación de María si se piensa que desde la eternidad
Dios la había elegido para ser Madre de su Hijo. Así como la Encarnación del
Verbo fue la obra primera de la mente Divina, en vista de la cual fueron
creadas todas las cosas, del mismo modo, María, que había de tener una parte
tan importante en ella, fue elegida por Dios antes que todas las criaturas. Por
eso se aplican con derecho a Ella aquellas palabras de la Sagrada Escritura: “Túvome
el Señor como principio de sus actos, ya antes de sus obras, desde la eternidad
fui constituida” (Prov. 8, 22-23).
Cuando Adán, perdido el estado de gracia,
fue arrojado del paraíso terrestre, sólo un rayo de esperanza iluminó las
densas tinieblas en que yacía la humanidad caída: “Pongo perpetua enemistad
entre ti y la mujer –dijo el Señor a la serpiente- ; Ella te aplastará la
cabeza” (Gén. 3, 15), María surge así del horizonte y aparece como la hija
predilecta de Dios, que jamás ni un instante, ha sido esclava del demonio, sino
siempre la hija intacta, inmaculada, toda de Dios. Hija en quien el Altísimo ha
fijado siempre con complacencia su mirada y a quien quiso introducir en el
recinto de su familia Divina, vinculándola a las tres Divinas Personas con los
lazos de la más estrecha intimidad, cuales con ser hija del Padre, Madre del
Verbo encarnado, esposa del Espíritu Santo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.