¡Oh, Santa Reina! Ya que el Señor os ha elevado a tan
alta dignidad y que para Él no hay imposibles, os suplicamos que intercedáis
por nosotros para que nos haga partícipes de la plenitud de gracias que habéis
merecido. Dignaos, pues, oh misericordiosa Madre, procurarnos la felicidad para
la cual Dios ha querido hacerse hombre en vuestro casto seno. Acoged
favorablemente nuestras súplicas, y si Vos misma rogáis a vuestro divino Hijo,
no hay duda que os escuchará y nos salvaremos si tal es vuestra voluntad. Amén.
San
Anselmo
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