Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 15 de mayo de 2021

MES DE MAYO, MES DE MARÍA

 


María, Speculum Justitiae, Espejo de la Justicia.- Aquí hemos de considerar, en primer lugar, lo que hay que entender por justicia; porque esta palabra, tal como se emplea en el lenguaje de la Iglesia, no tiene el sentido que el lenguaje ordinario le atribuye. Por justicia no hemos de entender aquí la virtud de la lealtad, de la equidad, de la rectitud en la conducta, sino más bien la justicia o perfección moral, en cuanto abarca, a la vez, todas las virtudes y significa un estado del alma virtuoso y perfecto, de tal suerte que el sentido de la palabra justicia es casi equivalente al sentido de la palabra santidad. Por esta causa, al ser llamada Nuestra Señora espejo de justicia, lo hemos de entender en el sentido de que es espejo de santidad, de perfección y de bondad sobrenatural.

¿Qué se entiende al compararla con un espejo? Un espejo es una superficie refringente, tal como el agua inmóvil, el acero pulido, una luna. ¿Qué refleja María? Refleja a nuestro Señor, que es la Santidad infinita. Luego, en cuanto es posible a una criatura, reflejaba su divina santidad, por lo cual es llamada Espejo de la santidad, o como se dice en las letanías, Espejo de la justicia.

¿Cómo llegó María a reflejar la santidad de Jesús? Viviendo con Él. Vemos todos los días cuán semejantes llegan a ser los que se aman y viven juntos. Cuando, viven juntos los que no se aman, por ejemplo, los miembros de una familia que no andan bien unidos entre sí, ocurre todo lo contrario, y esta desunión acentúa más la desemejanza. Más, cuando reina el amor entre el esposo y la esposa, entre los padres y los hijos, entre los hermanos, las hermanas y los amigos, el decurso del tiempo produce un maravilloso parecido; la semejanza llega a manifestarse en la expresión de los rasgos, en la voz, en el porte, en el lenguaje, en la manera de escribir, y lo mismo se diga del carácter, de las opiniones, de los gustos, de la conformidad de miras. Y esto también sucede, sin duda, en el estado invisible de las almas, en las cuales, ya en bien ya en mal, se realiza esta transformación y semejanza.

Hemos de considerar ahora que María amaba a su divino Hijo con un amor indecible y que lo tuvo continuamente consigo, durante treinta años. ¿No es, por lo tanto verdad que si estuvo llena de gracia antes de haberlo concebido en su seno, debió alcanzar una santidad incomprensiblemente mayor después de haber vivido tan íntimamente con Él durante aquellos treinta años? Santidad de un orden angélico, que refleja los atributos de Dios con una plenitud de perfección, de la cual ningún santo sobre la tierra, ningún anacoreta, ninguna virgen puede darnos una idea. Es, pues, verdaderamente Speculum Justitiae, el Espejo de la Divina Perfección.

 

John Henry, Cardenal, Newman



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