Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 24 de octubre de 2020

PRODIGIOS Y MILAGROS DEL SANTO ROSARIO



Un sacerdote se arrepiente de predicar en contra del Rosario

El erudito franciscano, Carthagena, así como varios otros autores, dice que un evento extraordinario tuvo lugar en 1482. El venerable p. James Sprenger y los religiosos de su orden trabajaban celosamente para restablecer la devoción al Rosario y su Cofradía en la ciudad de Colonia. Desafortunadamente, dos sacerdotes que eran famosos por su habilidad de predicar estaban celosos de la gran influencia que estaban ejerciendo al predicar el Rosario. Estos dos Padres hablaron en contra de esta devoción cada vez que tuvieron la oportunidad, y como eran muy elocuentes y tenían una gran reputación, persuadieron a muchas personas de no unirse a la Cofradía.

Uno de ellos, el mejor para lograr su malvado fin, escribió un sermón especial contra el Rosario y planeó darlo el domingo siguiente. Pero cuando llegó el momento del sermón, no apareció y, después de una cierta espera, alguien fue a buscarlo. Se descubrió que estaba muerto, y evidentemente había muerto sin que nadie lo ayudara.

Después de convencerse de que esta muerte se debió a causas naturales, el otro sacerdote decidió llevar a cabo el plan de su amigo y dar un sermón similar otro día, con la esperanza de poner fin a la Cofradía del Rosario.

Sin embargo, cuando llegó el día en que él debía predicar y era hora de dar el sermón, Dios lo castigó golpeándolo con una parálisis que lo privó del uso de sus extremidades y de su poder de expresión.

Finalmente admitió su culpa y la de su amigo, y en su corazón suplicó en silencio a nuestra Señora que lo ayudara.

Prometió que si sólo ella lo curara, él predicaría el Rosario con tanto celo como aquello con lo que había luchado anteriormente. Para este fin, le imploró que recuperara su salud y su discurso, lo cual ella hizo, y al encontrarse instantáneamente curado, se levantó como otro Saulo (san Pablo), un perseguidor convertido en defensor del santo Rosario. Reconoció públicamente su error anterior y siempre predicó las maravillas del Rosario con gran celo y elocuencia.


San Luis María Grignion de Montfort. 
“El Secreto Admirable del Santo Rosario”



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