Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

martes, 31 de marzo de 2020

AHORA Y SIEMPRE RECURRIMOS A NUESTRA MADRE (en tiempos de epidemia)


Stella Caeli exstirpavit
quae lactavit Dominum,
mortis pestem quam plantavit
primus parens hominum.

Ipsa Stella nunc dignetur
sidera compescere,
quorum bella plebem caedunt
dirae mortis ulcere.

O gloriosa Stella Maris
a peste succurre nobis. 

Audi nos, nam te
Filius Nihil negans honorat.

Salva nos Jesu pro quibus
Virgo mater te orat!

Ora pro nobis, Sancta Dei Genitrix.
Ut digni efficiamur promissionibus Christi.

OREMUS

Deus misericordiae, Deus pietatis, Deus indulgentiae, qui misertus es super afflictione Populi tui, et dixisti Angelo percutienti Populum tuum: contine manum tuam ob amorem illius Stellae gloriosae, cujus ubera pretiosa contra venenum nostrorum delictorum quam dulciter suxisti: praesta auxilium gratiae tuae, ab omni peste, et improvisa morte secure liberemur, et a totius perditionis incursu misericorditer liberemur.

Per te Jesu Christi Rex Gloria, Salvator Mundi: Qui vivis, et regnas in secula seculorum. Amen.

En Español

Estrella del Cielo,
Tu que amamantaste al Señor,
y extirpaste la peste de la muerte,
que fue plantada
por el primer padre de los hombres.

Estrella dígnate ahora
apaciguar el cielo,
que enojado contra la tierra,
destruye pueblos con la cruel peste de la muerte.

Oh Piadosísima Estrella del mar,
libéranos de la peste.

Escucha nuestras oraciones, oh Señora,
ya que tu Hijo, que no te niega nada, te honra.

Sálvanos Jesús,
por quienes ora tu Virgen Madre.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

OREMOS

Dios de misericordia, Dios de piedad, Dios del perdón, que te movió con compasión por la aflicción de tu pueblo, y le dijiste al Ángel que golpeó a tu pueblo: detén tu brazo por el amor de esa gloriosa Estrella, de cuyo precioso cofre bebiste suavemente la leche contra el veneno de nuestros pecados; ven en nuestra ayuda con su gracia divina para que, a través de la intercesión de la Santísima Virgen María, Tu Madre, nos liberemos de cualquier contagio pestífero y muerte súbita, y nos salvemos de cualquier peligro de perdernos.

A Ti, Jesucristo, Rey de gloria, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


Los versos de esta oración durante una epidemia son de una homilía sobre la Natividad de san Pedro Damasceno, Obispo de Damasco VIII º siglo. Este texto fue ofrecido en una tarjeta por san Bartolomé que apareció en las Clarisas de Coimbra en Portugal, mientras que la ciudad fue devastada por la peste en 1317, para que lo recitaran: el convento se salvó.

Este monasterio fue re-fundado en 1314 por la reina Isabel de Aragón (1271 † 1336), esposa de Denis I rey de Portugal, ella tomó el velo y murió allí: es más conocida como Santa Isabel de Portugal.




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