Fue conveniente se anunciase a
la Bienaventurada Virgen que concebiría a Cristo.
Para que se guardase el orden
conveniente de la unión del Hijo de Dios con la Virgen, es decir, para que su
espíritu lo supiera antes que lo concibiese en la carne. Por lo cual dice San
Agustín: "Más dichosa es María percibiendo
la fe de Cristo que concibiendo la carne de Cristo". Y después añade: "De nada hubiera aprovechado a María su
cualidad de Madre, si no hubiese llevado más felizmente a Cristo en su corazón
que en su cuerpo".
Para que tuviera más cierta
noticia de este misterio una vez que ya había sido instruida de él por parte de
Dios.
Para que ofreciese a Dios el
presente voluntario de su obediencia, a lo que se ofreció dispuesta, diciendo: He aquí la esclava del Señor (Lc 1, 38).
Y da ejemplo de recibir la fe, porque la anunciación, que es por la predicación
de la fe, según aquello: la fe es por el
oído (Rom 10, 17), precedió a la concepción espiritual de Cristo, que es
por la fe.
Para que se manifestase haber
cierto matrimonio espiritual entre el Hijo de Dios y la naturaleza humana; y
por eso, se esperaba por la anunciación el consentimiento de la Virgen en
nombre de toda la naturaleza humana.
La anunciación fue hecha por
el Ángel con un orden conveniente. Tres cosas se proponía el Ángel con relación
a la Virgen.
Llamar la atención de su alma
a la consideración de una cosa grande, lo cual hizo al saludar de una manera
nueva y desusada; porque para un alma humilde nada es más extraordinario que
oír hablar de su excelencia; pero la admiración excita la atención de la manera
más viva; y por esto el Ángel, queriendo llamar la atención de la mente de la
Virgen a la audición de un misterio tan grande, comienza por alabarla: Dios te salve, llena de gracia (Lc 1,
28). En la cual la expuso primero su idoneidad de concebir, al decir: llena de gracia.; expresó que concebiría
en estas otras palabras: El Señor es
contigo; y le anunció el honor consiguiente, cuando dijo: Bendita tú entre las mujeres.
Se proponía instruirla en el
misterio de la Encarnación, que debía cumplirse en ella, lo cual hizo preanunciando
la concepción y el parto: Concebirás en
tu seno y parirás (Lc 1, 31), y al manifestarle la dignidad de la prole
concebida, cuando dijo: Éste será grande,
etc. (Lc 1, 32), y también al demostrar el modo de la concepción, en estas
palabras: El Espíritu Santo vendrá sobre
ti (Lc 1, 35).
Trataba de atraer su ánimo al
consentimiento, lo cual hizo con el ejemplo de Isabel y con el argumento tomado
de la omnipotencia divina.
Santo Tomás de Aquino
MEDULLA S. THOMAE AQUITATIS PER OMNES ANNI LITURGICI
DIES DISTRIBUITA,
SEU MEDITATIONES EX OPERIBUS S. THOMAE DEPROMPTAE
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