Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

miércoles, 2 de noviembre de 2016

PRODIGIOS DEL SANTO ESCAPULARIO DEL CARMEN

EL VENERABLE FR. DOMINGO DE JESÚS RUZOLA Y LA INDULGENCIA SABATINA

"Sábete, hijo mío, que, aunque son muchos los que visten mi Escapulario, pero pocos cumplen en rigor lo que él les demanda y exige para poder lucrar esta santa indulgencia sabatina"

Entre los muchos prodigios del venerable siervo de Dios, Fray Domingo de Jesús, varón santísimo, de cuyo proceso de beatificación se ocupara la majestad cesárea de Fernando II y la Orden del Carmen Descalzo, por su eximia virtud y portentosos milagros, se narra el siguiente hecho, acaecido en el año 1594.

Hallándose el siervo de Dios, Fr. Domingo, en Barcelona, murió una señora principal llamada doña Ana Cañete, gran bienhechora de la Descalcez Carmelitana. Era la tal señora devotísima del Santo Escapulario, siendo escrupulosísima en guardar inviolada la pureza de su alma, en rezar diariamente el Oficio Parvo de Nuestra Señora y en guardar la abstinencia los miércoles y sábados en honor de la Virgen Santísima. Aconteció que murió el martes a primera hora de la noche, y hallándose en oración el siervo de Dios, Fr. Domingo, fue arrebatado en éxtasis y mostrole el Señor el Purgatorio y las almas que se encontraban allí expiando sus culpas. Estando admirado y consternado de lo que allí veía, y de los horrorosos suplicios que padecían las almas, vio la de esta piadosa mujer a la que Fr. Domingo bien conocía por sus caridades para con los carmelitas, la cual, como si viese al siervo de Dios, cuya santidad le era notoria, puesta de rodillas en medio de aquel lago candente, rogole con gemidos intercediese por ella, suplicando a la Santísima Virgen la librase de aquel horrendo suplicio.

Apareciósele, instantes después, a Fr. Domingo, la Madre de Dios, y volviéndose a Ella le pidió con fervorosa súplica tuviera piedad de aquella alma, y librándola de las espantosas llamas la llevase cuanto antes al Cielo. La Santísima Virgen respondió a Fr. Domingo que el sábado sería libertada, para lo cual sería necesario acrecentarle durante aquel espacio sus penas. Mas deseando el santo varón la liberase antes, volviéndose a la Madre de la Misericordia dijo: "Creemos firmemente, oh, Madre dulcísima, que por el privilegio de tu Escapulario, que ella vestía con tanto fervor, y por los méritos de tu intercesión valiosísima será liberada el día del sábado del Purgatorio." A lo cual le respondió la Santísima Virgen: "Sábete, hijo mío, que, aunque son muchos los que visten mi Escapulario, pero pocos cumplen en rigor lo que él les demanda y exige para poder lucrar esta santa indulgencia sabatina. Después de esto, habiendo padecido esta santa alma en el purgatorio durante tres días y cuatro noches, al alborear el día de sábado salió gloriosa y acompañada de gran multitud de ángeles y se le apareció a Fr. Domingo Ruzola para agradecerle la intercesión que por ella hiciera a la Reina del Cielo. Se le dio a entender al varón de Dios, Fray Domingo, que el acompañarla tantos ángeles era debido a las muchas obras de caridad que hiciera con los menesterosos durante su vida, pues a las demás ánimas sólo su Ángel de Guarda las suele acompañar a la gloria.

Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen
por el P. Fr. Juan Fernández Martín, O.C.




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