María, Merced de Dios, regalo de Cristo a los hombres... ¡ruega por nosotros! |
Dulce es nombrarte, María, y no hay gozo en el mundo que
pueda compararse al de tu amor maternal. Si nuestros amigos nos defraudan en Ti
encontramos a la Madre que nunca falla. Si caemos en pecado, en Ti encontramos
el refugio y el auxilio para levantarnos. Si la fortaleza del cuerpo se
debilita, Tú siempre nos sostienes con maternal amor. Si lloramos, nos
acompañas en el dolor. Alegres, participas de nuestras alegrías. Siempre nos
acoges porque somos tus hijos, hijos de tu Inmaculado y Doloroso Corazón. ¿Qué
haríamos sin Ti, Madre nuestra? ¿Cómo responder dignamente a tu amor de Madre?
Si quieres nuestros corazones, aquí los tienes, prontos a brindarte su amor
filial y a manifestártelo en el seguimiento fiel a tu Hijo. Si te gusta una
expresión de amor, acepta la que te tributamos en este día como signo de
nuestra piedad filial.
Bendita Madre nuestra de la Merced, no nos dejes solos
durante nuestro peregrinar en esta vida. No nos dejes entregados a nuestras
débiles fuerzas, ya que sin tu maternal intercesión desfalleceríamos en el
camino.
Madre del Señor y Madre nuestra, obtennos de tu Hijo la
fuerza del Espíritu para que anime y fortalezca nuestros pasos.
Madre de la Merced, ayúdanos a dar valiente testimonio de
vida cristiana y a ser generosos en el servicio de amor a los hermanos. Amén.
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