No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido |
Es la Hermana Lucía quien nos relata lo que sucedió:
“Llegados a Cova de Iría, junto a la encina, llevada por
un movimiento interior, pedí al pueblo que cerrase los paraguas para rezar el
Rosario. Poco después vimos el reflejo de la luz y, enseguida, a Nuestra Señora
sobre la encina.
- Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honor;
que soy la Señora del Rosario, que continuéis rezando el rosario todos los
días. La guerra va a terminar y los militares volverán en breve a sus casas.
- Quería pedirle muchas cosas. Si curaba unos enfermos y
convertía unos pecadores...
- A algunos sí, a otros no. Es preciso que se enmienden,
que pidan perdón por sus pecados.
Y tomando un aspecto más triste, [Nuestra Señora agregó]:
No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido.
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