¡Dulcísima Madre de Montserrat! Acuérdate de mí si yo,
vencido por el desaliento o la tristeza, por la perturbación o el desvarío,
llegara alguna vez a olvidarme de Ti
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Montserrat, el monte serrano, el lugar que los ángeles
escogieron para labrar un trono a la Madre de Dios, centro de arte, de cultura,
de fe, de culto solemne a la Virgen María. La naturaleza ha derramado en la
santa montaña todo se esplendor y galanura.
En 880 se aparecía en ella la Madre de Dios; se le
edificaba un monasterio y desde entonces acuden de todas partes a postrarse a
sus pies, en cadena ininterrumpida, peregrinos de toda Cataluña y de toda
España. Un día serán santos como Vicente Ferrer e Ignacio de Loyola, que vela
sus armas ante el altar de la Moreneta para ser armado caballero de Cristo. Más
tarde vendrá D. Juan de Austria, que, después de la victoria, vuelve a dar
gracias a Dios y a depositar su espada a los pies de la Virgen
ORACIÓN
¡Oh Madre Santa, Corazón de amor, Corazón de misericordia!,
que siempre nos escucha y consuela, atiende a nuestras súplicas. Como hijos
tuyos, imploramos tu intercesión ante tu Hijo Jesús.
Recibe con comprensión y compasión las peticiones que hoy
te presentamos, especialmente (se hace la petición)
¡Qué consuelo saber que tu Corazón está siempre abierto para
quienes recurren a ti!
Confiamos a tu tierno cuidado e intercesión a nuestros seres
queridos y a todos los que se sienten enfermos, solos o heridos.
Ayúdanos, Santa Madre, a llevar nuestras cargas en esta
vida hasta que lleguemos a participar de la gloria eterna y la paz con Dios.
Amén.
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