Virgen del Carmen, Parroquia de San Juan de la Cruz, Zaragoza |
He aquí una historia fidedigna en la que figura el
Santo Cura de Ars y una doncellita que fuera más tarde ferviente religiosa. Su
antiguo y venerado cura es quien contó esta verídica relación, al que nos la
dejara escrita. Antes de entrar en religión dicha doncella fuese a ver al Santo
Cura de Ars, San Juan Mª. Vianney, para hacer con él confesión general. Este le
preguntó al confesarla:
“Usted debe acordarse bien, hija mía, de cierto baile al cual asistió hace poco tiempo. En ese baile encontró usted un joven desconocido de todos, pero de modales distinguidos, que fue casi el héroe de la fiesta."
“Sí, Padre mío, es cierto."
“Y usted hubiese querido que la invitase a bailar, y estaba usted llena de celos y de despecho al ver que prefería a las demás y que nunca se dirigía a usted para nada."
“En efecto, Padre; así era."
“Usted debe acordarse bien, hija mía, de cierto baile al cual asistió hace poco tiempo. En ese baile encontró usted un joven desconocido de todos, pero de modales distinguidos, que fue casi el héroe de la fiesta."
“Sí, Padre mío, es cierto."
“Y usted hubiese querido que la invitase a bailar, y estaba usted llena de celos y de despecho al ver que prefería a las demás y que nunca se dirigía a usted para nada."
“En efecto, Padre; así era."
“¿Y no recuerda usted que al salir el galán creyó usted ver
en la puerta y precisamente bajo sus pies dos llamitas azules, que desde luego
tomó usted por una mera ilusión de sus ojos, engañados por la luz y la
oscuridad?"
“Todo, todo es verdad, Padre mío."
“Pues bien, hija mía, ese joven era el demonio, el mismo Lucifer en persona. Aquellas con quienes bailara se hallan en estado de condenación. Y, ¿sabe usted por qué no fue invitada por él?… Pues fue precisamente por el Santo Escapulario del Carmen que usted llevaba puesto y que por devoción a María conservaba como una defensa contra sus asechanzas.”
“Todo, todo es verdad, Padre mío."
“Pues bien, hija mía, ese joven era el demonio, el mismo Lucifer en persona. Aquellas con quienes bailara se hallan en estado de condenación. Y, ¿sabe usted por qué no fue invitada por él?… Pues fue precisamente por el Santo Escapulario del Carmen que usted llevaba puesto y que por devoción a María conservaba como una defensa contra sus asechanzas.”
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