¡Oh María! ¡Mujer bendita
entre todas las mujeres! ¡Vos sois el honor del género humano y la salvación de
las naciones! ¡Vos sois la dispensadora de todas las gracias, el ornamento y la
gloria de la Iglesia! ¡Vos sois el modelo de los justos, el consuelo de los
Santos y el manantial de nuestra felicidad! He aquí, ¡oh Madre de bondad!, todo
lo que sabemos decir en vuestra alabanza. Dignaos suplir a nuestra
insuficiencia y bendecir nuestro trabajo. Inculcad vuestro amor en todos
nuestros corazones, para que después de haber honrado y amado a vuestro divino
Hijo sobre la tierra podamos alabarle y bendecirle con Vos en el cielo. Amén.
San Bernardino de
Siena
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