Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 27 de marzo de 2021

CONSUMMATUM EST

 

La Virgen María levantó sus ojos de prisa al oír que su Hijo decía: “Todo está terminado”, porque pensó que se le acababa la vida. ¿Qué sentiría al advertir en la cara, ya amarillenta de Jesús, los rasgos de la muerte? ¿Qué sentiría? Le vio con sus labios secos, la nariz afilada, oscurecida aquella hermosa mirada de Jesús. Cayó su cabeza sobre el pecho que respiraba fatigosamente. De golpe, a su Madre se le fueron los brazos para sostenerle su cabeza; pero sólo pudo ser un gesto, sus brazos no llegaban. Cayeron sus brazos, solos, sin poder abrazar a su Jesús que moría, y no podía morir con Él. Así estaba el Corazón de esta Madre, su propio cuerpo desfallecía al ver agonizar el de su Hijo. Su alma, como perdida a sí misma, estaba tan unida a la de su Hijo que moría de dolor con Él.

De pronto, le vio tomar aliento, hinchó su fuerte pecho, y “dio un fuerte grito” (Lc. 23, 46) Aquel grito la hirió en lo hondo del alma, y quedó estremecida. Escuchó atenta, y oyó las últimas palabras de su Hijo: “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”

 


Del libro “La Pasión del Señor”,
de Luis de la Palma




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.