¡Oh Clementísima Reina! Dignaos socorrernos sin mirar la multitud de nuestros pecados |
¡Oh Santísima Madre de Dios! Socorred a los que imploran
vuestra asistencia; dirigid sobre nosotros vuestras miradas. Vos conocéis los
peligros que rodean a vuestros siervos y el miserable estado a que nos hallamos
reducidos: pero vuestra gran misericordia no perderá de vista nuestra miseria,
porque nosotros os amamos y nos acogemos a vuestra protección. Dignaos sernos
propicia para que lleguemos a veros en el cielo, que es la mayor dicha a que
aspiramos después de la de ver a Dios vuestro Hijo. Amén.
San Proclo,
Patriarca de Constantinopla
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