¡Oh Santísima Virgen! Socorrednos con vuestras súplicas a Dios, porque vuestras súplicas son para nosotros más preciosas y más eficaces que todos los tesoros del mundo |
¡Oh gloriosísima Virgen! ¡Dignaos
hacer que mi corazón se abrase siempre en vuestro amor y que mi alma sea
siempre vuestra! ¡Tierna y divina Madre mía! Concededme, ya que tanto es
vuestro poder para con Dios, que os ame como merecéis ser amada. Jesucristo,
vuestro adorable Hijo, que ha amado a los hombres hasta morir por ellos en la
Cruz, no podrá negarme esta gracia que tanto interesa a su gloria y que yo le
suplico me conceda por vuestra intercesión. Haced ¡oh María! que solo viva de
vuestro amor después del de mi Dios, para que un día pueda ser consumido en él
y vaya a vivir eternamente en la mansión de los bienaventurados. Amén.
San Anselmo
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