Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

miércoles, 25 de enero de 2017

ORACIONES DE LOS SANTOS A NUESTRA MADRE MARÍA

Vos, ¡oh Madre de misericordia! ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte

¡Oh Inmaculada Virgen y Madre de Dios, Reina y Señora de la gracia! Dignaos por caridad dar una compasiva mirada a este mundo perdido. Reparad como todos han abandonado el camino que se dignó enseñarles vuestro Santísimo Hijo; se han olvidado de sus santas leyes y se han pervertido tanto, que se puede decir: “Non est qui faciat bonum, non est usque ad unum”. Se ha extinguido en ellos la santa virtud de la fe, de suerte que apenas se encuentra sobre la tierra. ¡Ay! Extinguida esta divina luz, todo es obscuridad y tinieblas, y no saben donde caen. Sin embargo, agolpados van con paso apresurado por el ancho camino que les conduce a la eterna perdición. ¿Y queréis Vos, Madre mía, que yo, siendo un hermano de estos infelices, mire con indiferencia su total ruina? ¡Ah no! Ni el amor que tengo a Dios ni el que tengo al prójimo lo pueden tolerar. […] ¿Cómo tendré caridad, si, sabiendo que los carnívoros lobos están degollando a las ovejas de mi amo, callo? ¡Ah!, no es posible callar, Madre mía, en tales ocasiones; no, no callaré, aunque supiera que de mí han de hacer pedazos; no quiero callar; llamaré, gritaré, daré voces al cielo y la tierra a fin de que se remedie tan gran mal; no callaré; y si de tanto gritar se vuelven roncas o mudas mis fauces, levantaré las manos al cielo, se espeluznarán mis cabellos, y los golpes que con los pies daré en el suelo suplirán la falta de mi lengua.

San Antonio María Claret



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.