Bendita sea la Santa e Inmaculada Concepción de la
Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios
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"¿Quién más noble que la Madre de Dios? ¿Quién más
esplendorosa que aquella a quien ha elegido por madre el que es el Esplendor
Eterno? ¿Quién mas casta que la madre que ha traído a su Hijo al mundo
permaneciendo Virgen?
Ella era Virgen pura no sólo en el cuerpo, sino también
en el espíritu. A ella nunca ningún pecado consiguió manchar su pureza; era
humilde de corazón; reflexiva en sus resoluciones; prudente; discreta en
palabras; ávida de leer y de oír la Palabra de Dios; no ponía su esperanza en
las riquezas sino en la Oración y en los favores que Dios concede a quienes
ayudan a los pobres; aplicada al trabajo; tomaba por juez de su alma no lo que
opinaban los demás, sino lo que opinaba Dios; no trató nunca mal a nadie; era
amable con todos; llena de respeto por los ancianos, sin envidia con los de su
edad; modesta, razonable, amaba la virtud.
Jamás ofendió a sus padres ni siquiera en su actitud.
Nadie la veía en desacuerdo con sus parientes. No rechazaba al humilde, ni se
burlaba del débil, ni evitaba al miserable. Solamente asistía a aquellas
reuniones a las que le aconsejaba asistir la caridad, y en las cuales no
tuviera ningún peligro su modestia y castidad.
Jamás nadie vio dureza en su mirada, ni una falta de
medida en sus palabras, ni una imprudencia en sus actos. No demostraba
contrariedad en sus gestos ni insolencia en su voz; su actitud exterior era la
imagen de la santidad de su alma: El rostro descubre lo que se lleva en el
alma. El rostro de la Virgen era el retrato de su alma santísima"
San Ambrosio de Milán
OREMOS
Indulgencia de quinientos días. (S. Pen. Ap., 17 mayo 1919 y 29 abr. 1935)
Qué oración más preciosa...
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