En reparación de la injurias inferidas a la
Bienaventurada Virgen María...
¡Virgen Bendita, Madre de Dios!, dirigid benignamente vuestra mirada desde el cielo, donde estáis sentada como Reina, sobre este miserable pecador |
¡Virgen Bendita, Madre de Dios!, dirigid benignamente
vuestra mirada desde el cielo, donde estáis sentada como Reina, sobre este
miserable pecador, siervo vuestro. El, aunque conocedor de su indignidad, en
reparación de las ofensas que os hacen las lenguas impías y blasfemas, desde lo
íntimo de su corazón, os bendice y ensalza como la más Pura, la más Bella y la
más Santa de todas las criaturas. Bendecid vuestro Santo Nombre, bendecid
vuestras sublimes prerrogativas de Madre de Dios, siempre Virgen, concebida sin
mancha de pecado, de corredentora del género humano. Bendecid al Eterno Padre,
que os escogió de un modo particular como Hija; bendecid al Verbo encarnado,
que, vistiéndose la humana naturaleza en vuestro purísimo seno, os hizo su
Madre; bendecid al Divino Espíritu, que os quiso por Esposa. Bendecid, ensalzad
y dad gracias a la Trinidad Augusta que os escogió y os amó tan preferentemente
hasta levantaros por encima de todas las criaturas a la más sublime alteza. ¡Oh
Virgen Santa y Misericordiosa!, alcanzad el arrepentimiento a vuestros ofensores
y aceptar complacida este pequeño obsequio de vuestro siervo, obteniendo también
para él de vuestro Divino Hijo el perdón de los propios pecados.
Así sea.
Indulgencia de quinientos días (S. C. S. Oficio, 22 ener.
1914; S. Pen. Ap., 4 dic 1934.)
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