¡Oh María, asunta al cielo! Te suplico purifiques mis sentidos, para que aprenda a gustar de Dios
desde aquí abajo
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¡Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre de los
hombres!
Nosotros creemos con todo el fervor de nuestra fe, en tu
Asunción triunfal en cuerpo y alma al cielo, donde eres aclamada Reina de todos
los coros angélicos y de todos los ejércitos de los santos; nos unimos a ellos
para alcanzar y bendecir al Señor, que te ha ensalzado sobre todas las demás
puras criaturas, y para ofrecerte las aspiraciones de nuestra devoción y de
nuestro amor.
Sabemos que tu mirada, que maternalmente acariciaba la
humanidad abatida y doliente de Jesús en la tierra, se sacia en el cielo con la
vista de la humanidad gloriosa de la Sabiduría increada, y que la alegría de tu
espíritu al contemplar cara a cara a la adorable Trinidad, hace a tu corazón
estremecerse de beatificante ternura; y nosotros, pobres pecadores, nosotros a
quienes el cuerpo corta el velo del alma, te suplicamos que purifiques nuestros
sentidos, para que aprendamos desde aquí abajo, a gustar a Dios, a Dios sólo,
en el encanto de las criaturas
Venerable Pío XII
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