Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 18 de abril de 2020

REFUGIO SEGURO

"Pon fin a tu voluntad de pecar y encontrarás a María más dispuesta a ayudarte que tu madre carnal"

Si todos los pecadores acudieran a María con voluntad de enmendarse, ¿quién podrá perderse? Porque sólo se pierde el que no recurre a María.

Santa Brígida oyó un día que Jesucristo decía a su Madre: “Al mismo demonio le conseguirías el perdón, si lo pidiera con humildad”. No se humillará Lucifer a María; pero si ese caso llegara, si se humillara hasta pedir socorro a esta Madre Divina, no lo rechazaría la Virgen, sino que con su intercesión lo sacaría del infierno.

Con aquellas palabras lo que Jesús quería darnos a entender es que María salva a todos los que recurren a Ella. Por eso la llamó Basilio de Seleucia: “Hospital público”. Los hospitales públicos son para los enfermos pobres; cuanto más pobres sean, más razón tienen de ser admitidos; así María, según esa expresión, debe acoger, ante todo, a los pecadores más perdidos que recurren a Ella.

“No rechazarás, no, ¡oh María!, exclama el monje Ecberto, al pecador, por repugnante que sea; si le tiendes la mano con piedad y lo arrancas del abismo de perdición”.

Reveló el Señor a Santa Catalina de Sena que había hecho de María un cebo sabroso para atraer a los hombres, y sobre todo a los pecadores. Y la misma Virgen reveló a Santa Brígida “que no hay pecador tan abandonado de Dios, que, si la invoca, no vuelva de nuevo a Dios y no alcance misericordia”. “Así como el imán, le reveló también, atrae el hierro, así atraigo Yo a los corazones de hierro”.

Del libro “La devoción a María Santísima”
de San Alfonso María de Ligorio 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.