Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 11 de enero de 2020

LA VIRGINIDAD DE NUESTRA MADRE MARÍA


La Bienaventurada María fue virgen en el parto, porque el Profeta no solamente dice: He aquí que concebirá una Virgen, sino que añade: y parirá un Hijo (Is 7, 14). Esto fue conveniente por tres razones:

1º) Porque correspondía a la condición del que nacía, que es el Verbo de Dios. Porque el Verbo no solamente es concebido sin corrupción en el corazón, sino que también procede del corazón sin corrupción. Por lo cual, para demostrar que aquél sería el cuerpo del Verbo de Dios, fue conveniente que naciese del seno incorrupto de la virgen. A este respecto se lee: "La que da a luz una carne pura, cesa de ser virgen”. Más porque nació en carne el Verbo de Dios protege la virginidad, manifestándose por esto que él es el Verbo. Tampoco nuestro verbo mental corrompe nuestra mente, cuando es dado a luz; ni Dios, Verbo substancial, al querer nacer, ha destruido la virginidad.

2º) Fue conveniente esto en cuanto al efecto de la Encarnación de Cristo, porque vino precisamente para destruir nuestra corrupción; por lo cual, no fue conveniente que corrompiese la virginidad de la madre al nacer. No era justo que el que había venido a salvar lo que estaba corrompido violase con su venida la pureza de su madre.

3º) No fue conveniente que, al nacer, disminuyese el honor de su propia madre el que había ordenado honrar a los padres.

Cristo mezcló lo maravilloso con lo humilde. Así, para demostrar la verdad de su cuerpo nace de mujer; más para manifestar su divinidad, nace de una virgen. Porque tal parto convenía a Dios. Así, pues, la Bienaventurada Virgen engendró sin dolor.

El dolor de la que da a luz es producido por la apertura de los conductos por los cuales sale la prole. Mas Cristo salió del seno cerrado de la madre, y así no hubo allí violencia alguna. Por ello no hubo dolor alguno en aquel parto, como no hubo tampoco ninguna corrupción, sino que allí existió la alegría más grande, porque el hombre Dios nació para el mundo, según aquello de Isaías: Copiosamente brotará como el lirio, y con mucha alegría y alabanzas saltará de contento (Is 35, 2).

Fue virgen después del parto. Pues se lee en Ezequiel (44, 2): Esta puerta está cerrada: no se abrirá, y hombre no pasará por ella, parque el Señor Dios de Israel ha entrado por ella. Comentando alguien esas palabras, dice: "¿Qué significa esta puerta cerrada en la casa del Señor, sino que María será siempre intacta? ¿Y qué quiere decir: hombre no pasará por ella, sino que José no la conocerá? ¿Y qué: sólo el Señor entra y sale por ella, sino que el Espíritu Santo la fecundará, y que el Señor de los Ángeles nacerá por ella? ¿Y qué: estará cerrada eternamente, sino que María es virgen antes del parto, virgen en el parto y virgen después del parto?" Y efectivamente, así como Cristo es Hijo único del Padre según la naturaleza divina, igualmente perfecto en todo, así también le corresponde ser al Hijo único de su Madre, como su fruto más perfecto.

Santo Tomás de Aquino


MEDULLA S. THOMAE AQUITATIS PER OMNES ANNI LITURGICI
DIES DISTRIBUITA,
SEU MEDITATIONES EX OPERIBUS S. THOMAE DEPROMPTAE



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