EL
SANTO ESCAPULARIO PROTEGE LA CASTIDAD DE UNA DONCELLA FERVOROSA
Mater et Decor Carmeli, ora pro nobis! |
El venerable P. Fr. Alonso de
la Madre de Dios, en un manuscrito que pude, tras examen pericial, identificar
hace un par de años, nos refiere que, por el año 1611, en que él se hallaba de
conventual en Salamanca, un demonio lascivo, en ademán y figura de arrogante
galán, apuesto y bellísimo, se dio en perseguir o asediar a una doncellita
recatada, de familia distinguida, que llevaba con gran devoción el Santo
Escapulario de nuestra Madre del Carmen.
Empleó toda suerte de ardides
y astucias para hacerla caer en sus redes, sin que jamás hallase un resquicio
su diabólica perfidia, para hacer que se detuviese ni un instante en
pensamiento contrario a la virtud angélica.
Mientras mayores eran los
asedios del común enemigo, más invicta era la fortaleza de esta fiel amadora de
la castidad.
El Dios de las misericordias,
que para aumentar en su sierva amadísima la corona de sus méritos permitió que
el demonio la tentase sobremanera, no consintió que la oprimiese con violencia,
ni que osara tocar aquel templo vivo del Espíritu Santo. Cuando más arreciaba
en sus asaltos, y el diablo, con palabras y movimientos obscenos, solicitaba su
consentimiento, ella, levantando la parte anterior del Santo Escapulario, que jamás
se quitaba, cubriéndose con él los ojos y besándolo con fervor, lo oponía al
demonio como su escudo protector, sintiéndose ella inundada de celestial pureza
en su alma y en su cuerpo, y aquella bestia infernal en figura de mancebo,
viéndose vencido, lanzaba improperios y maldiciones contra el Escapulario,
viendo que por él era vencido de una frágil doncella, y así unas veces con
halagos, otras con espantos y amenazas, la instaba a que se quitase la librea
de los hijos de la Virgen; mas ella, conocedora de la virtud del Escapulario,
mientras más arreciaba Lucifer en sus asaltos, más veneraba ella su Escapulario
y lo estrechaba fervorosa contra su corazón ; hasta que Dios fue servido de
librarla del maligno espíritu, haciendo que éste, confundido, la dejara, para
no molestarla más en el resto de su vida, según manifestó a su director.
Milagros y Prodigios
del Santo Escapulario del Carmen,
por el P. Fr. Juan
Fernández Martín, O.C.
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