Nosotros, miserables pecadores, sabemos que no somos dignos de teneros en este valle de tinieblas |
¡Oh María! Habéis dejado la tierra y subido al
cielo en donde reináis sobre todos los coros de Ángeles, como canta la Iglesia!
Nosotros, miserables pecadores, sabemos que no somos dignos de teneros en este
valle de tinieblas; pero también comprendemos que aun en medio de vuestras
grandezas no nos habéis olvidado, por pobres y miserables que seamos. Tan
grande elevación solo ha servido para aumentar vuestra compasión hacia
nosotros, pobres hijos de Adán. Dignaos, ¡oh María!, dirigir vuestras
misericordiosas miradas hacia nosotros desde la altura de vuestro trono
celestial; tened piedad de nosotros, miradnos con compasión, socorrednos en
todas las tempestades y combates a que estamos expuestos en este mundo.
Alcanzadnos por la santidad de vuestra gloriosa Asunción la perseverancia en la
gracia de Dios, para que al salir de esta vida podamos unirnos a los espíritus
bienaventurados y cantar vuestras alabanzas como lo merecéis. Amén.
San
Alfonso María de Ligorio
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