Los Ángeles y los Arcángeles sirven con temor a Aquel que habita en tu seno, y no se atreven a hablarle; Tú, sin embargo, hablas con él libremente |
¡Oh Virgen!, tu gloria supera todas las cosas creadas. ¿Qué
hay que se pueda semejar a tu nobleza, Madre del Verbo Dios? ¿A quién te
compararé, ¡oh Virgen!, de entre toda la creación? Excelsos son los ángeles de
Dios y los arcángeles, pero ¡cuánto los superas Tú, María! Los ángeles y los
arcángeles sirven con temor a aquel que habita en tu seno, y no se atreven a
hablarle; Tú, sin embargo, hablas con él libremente. Decimos que los querubines
son excelsos, pero Tú eres mucho más Excelsa que ellos: los querubines
sostienen el trono de Dios; Tú, sin embargo, sostienes a Dios mismo entre tus
brazos. Los serafines están delante de Dios, pero Tú estás más presente que
ellos; los serafines cubren su cara con las alas no pudiendo contemplar la
gloria perfecta; Tú, en cambio, no sólo contemplas su cara, sino que la
acaricias y llenas de leche su boca santa.
Acoged, ¡oh Virgen Santísima!, nuestras súplicas, y acordaos
de nosotros.
Dispensadnos los dones de vuestras riquezas y de la
abundancia de las gracias de que estáis llena.
El Arcángel os saluda y os llama llena de gracia.
Todas las naciones os llaman bienaventurada, todas las
jerarquías del Cielo os bendicen, y nosotros, que pertenecemos a la jerarquía
terrestre, os decimos también Dios te salve, ¡oh llena de gracia!, el Señor es
contigo; ruega por nosotros, ¡oh Madre de Dios!, Nuestra Señora y nuestra Reina.
San Atanasio de Alejandría
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