La Santísima virgen, entrega el Rosario a Santo Domingo de Guzman - Santuario de Lourdes, Francia |
No es posible expresar cuánto prefiere la Santísima
Virgen el Rosario a las demás devociones, cuán benigna se muestra para
recompensar a quienes trabajan en predicarla y cultivarlo y cuán terrible, por
el contrario, contra quienes se oponen a este modo de oración.
Santo Domingo no puso en nada tanto empeño durante su
vida como en alabar a la Santísima Virgen, predicar sus grandezas y animar a
todo el mundo a honrarla con el Rosario. La poderosa Reina del Cielo, a su vez,
no cesó de derramar sobre el Santo bendiciones a manos llenas.
Ella coronó sus trabajos con mil prodigios y milagros y
él alcanzó de Dios cuanto pidió por intercesión de la Santísima Virgen.
San Luis María Grignion de Montfort
“El secreto admirable del Santísimo Rosario”
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