Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 5 de octubre de 2013

SÚPLICA A NUESTRA SANTÍSIMA MADRE DEL ROSARIO

¡Ah!, desde este trono de clemencia donde estáis sentada como Reina, volved, ¡oh María!, vuestra mirada hacia nosotros

Reina del Santísimo Rosario, en estos tiempos de tan grande impiedad, manifestad vuestro poder con las enseñanzas de la antigua victoria, y desde el Trono donde estáis sentada como dispensadora de perdón y de gracia, guardad piadosamente la Iglesia de vuestro Hijo, su Vicario y todos los órdenes de los eclesiásticos y laicos, probados por tan grande lucha.

Apresurad, oh poderosa vencedora de las herejías, apresurad la hora de la misericordia, aunque por innumerables culpas sea provocada todos los días la hora de la justicia. A mí, el último de los hombres, delante de Vos suplicante, alcanzadme la gracia que me es más necesaria para vivir como un justo en la tierra y reinar entre los justos en el cielo, mientras, con los fieles del universo, ¡oh Reina del Sacratísimo Rosario!, os saludo y os aclamo:

¡Reina del Santísimo Rosario, rogad por nosotros!

Indulgencia de quinientos días. (León XIII, Audiencia, 3 jul. 1886; S. Pen. Ap., 29 abr. 1933)

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