Quien tuviere por Señora
la Virgen, Reina del
Cielo, no tenga ningún recelo.
Pues a flacos corazones
con su gracia torna fuertes,
hace vidas de las muertes,
y es llave de las prisiones,
quien de sus intercesiones
alcanzare algún consuelo,
no tenga ningún recelo.
Siempre vive sin tristura,
quien La tiene devoción;
de muy gran consolación
la vista de su figura;
el que servirla procura
con amor en este suelo
no tenga ningún recelo.
A quien Ella de asadía
no teme ningún temor,
y si tiene algún dolor,
se le vuelve en alegría.
JUAN DEL ENCINA
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