La Santísima Virgen
María manifestó a Sta. Brígida que concedía siete gracias a quienes diariamente
le honrasen considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:
- Pondré
paz en sus familias.
- Serán
iluminados en los Divinos Misterios.
- Los
consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
- Les
daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de
mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
- Los
defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y
protegeré en todos los instantes de su vida.
- Los
asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su
Madre.
- He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría
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