Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 14 de enero de 2023

EVA LLORÓ, MARÍA SE LLENÓ DE JÚBILO

 

Lección del II Nocturno de Maitines

Sermón 18 sobre los santos

Hemos llegado al día deseado de la santa y venerable siempre Virgen María. Entréguese nuestra tierra, honrada con el nacimiento de una Virgen tan ilustre, a la suma exultación de júbilo. Ella es la flor de los campos, de la cual ha nacido el precioso lirio de los valles; con su parto se ha cambiado la suerte de nuestros primeros padres y se ha borrado su culpa. La sentencia de maldición: Darás a luz a los hijos con dolor, dictada contra Eva, no se aplicó a María, la cual dio a luz llena de gozo al Señor.

Eva lloró, María se llenó de júbilo; Eva llevó en su seno un fruto de lágrimas, María uno de alegría, ya que una dio a luz a un pecador y la otra a un inocente. Por la madre de nuestro linaje entró el castigo en el mundo; por la de nuestro Señor, la salvación. En Eva se halla la fuente del pecado; en María, la del mérito. Eva nos perjudicó, dándonos la muerte; María nos favoreció, devolviéndonos la vida. Aquella nos hirió, ésta nos curó. La desobediencia ha sido reemplazada por la obediencia y la incredulidad por la fe.

Pulse ahora María los instrumentos músicos, y que los dedos de la Virgen Madre hagan vibrar los tímpanos. Respóndanle gozosos nuestros coros, y que en dulce concierto nuestras voces alternen con sus cánticos. Escuchad los inspirados acentos de nuestra cantora: “Glorifica mi alma al Señor, y mi espíritu está transportado de gozo en Dios, mi Salvador. Porque miró la humildad de su esclava he aquí que desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Porque hizo conmigo grandes cosas el que es todopoderoso, y cuyo nombre es santo”. El prodigio de una maternidad nueva ha remediado una falta que nos había perdido; el canto de María ha puesto fin a los lamentos de Eva.

Sermón de San Agustín, Obispo



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