Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 28 de mayo de 2022

SÚPLICA A NUESTRA MADRE MARÍA PARA EL MES DE MAYO

 


Cuanto alivio siento en mis miserias y cuanto consuelo en mis tribulaciones y qué esfuerzo recibo en la tentación no bien pienso en Ti e imploro tu socorro, ¡dulcísima Madre María! Razón tenéis, santos del cielo, en llamar a la Virgen “puerto de atribulados” -como san Efrén-; “alivio de nuestras miserias y consuelo de los desgraciados” -como san Buenaventura-; “remedio de nuestro llanto” -como san Germán. Consuélame, ¡Madre mía!, pues me veo lleno de pecados, cercado de enemigos, tibio en el amor de Dios. Consuélame, pero que la consolación que me des sea el hacerme empezar una vida nueva que verdaderamente agrade a tu Hijo y a Ti.

Conviérteme, transfórmame, Madre mía, que Tú puedes hacerlo.


ORACIÓN

¡Inmaculada Virgen y Madre mía Santísima! A Ti, que eres la “Madre de mi Señor”, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza y el refugio de los pecadores, acudo en este día yo que soy el más necesitado de todos. Te alabo, Madre de Dios y te agradezco todas las gracias que hasta ahora me has hecho, especialmente la de haberme librado del infierno que tantas veces he merecido. Te amo, Señora y Madre mía, y por el amor que te tengo te prometo servirte siempre y hacer todo lo posible para que seas también amada de los demás. En Ti pongo mi esperanza y mi eterna salvación.  Madre de misericordia, acéptame por tu hijo y acógeme bajo tu manto, y ya que eres tan poderosa ante Dios, líbrame de las tentaciones y dame fuerza para vencerlas hasta la muerte. Te pido el verdadero amor a Jesucristo. De Ti espero la gracia de una buena muerte.  ¡Madre mía!, por el amor que tienes a Dios, te ruego que siempre me ayudes, pero mucho más en el último momento de mi vida. No me desampares mientras no me veas a tu lado en el cielo, bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la eternidad. Amén.




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