Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

jueves, 21 de noviembre de 2019

PRESENTACIÓN DE NUESTRA MADRE EN EL TEMPLO


Cuando María entra por primera vez en el Templo, sabe que es la Casa de Dios, no menos santa que el Cielo. No vuelve la cabeza ni la vista hacia ninguna parte; no mira a nadie, sus ojos permanecen modestamente bajados. Mantiene un profundo silencio, sin hablar con nadie más que con Dios.

Todo su espíritu, todo su corazón, toda su voluntad, todas las potencias y todos los afectos de su alma se dirigen a Dios para contemplarlo, adorarlo, alabarlo, amarlo, glorificarlo, para ofrecerse, darse, consagrarse y sacrificarse enteramente a su divina Majestad. Le dedica las adoraciones y alabanzas más santas, las cuales son más agradables que todas las que ha recibido en ese Templo, desde que fue construido hace cerca de mil años.

San Juan Eudes, “La infancia admirable
de la Santísima Madre de Dios”



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