“Oye, hija, mira y tiende tu oído y olvida tu pueblo y tu
casa paterna” (Sal. 44, 11)
¡Oh María!, presenta Tú mi ofrenda y mi vida al Señor
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¡Oh amada de Dios, amabilísima niña María! Ojalá pudiese
hoy ofrecerte los primeros años de mi vida, para dedicarme todo a tu servicio, ¡Santa
y Dulcísima Señora mía!, así como Tú te presentaste en el Templo y te
consagraste toda a la gloria y al amor de tu Dios. Pero no llego a tiempo,
después de haber perdido tantos años en servir al mundo y a mis caprichos, casi
olvidado de Ti y de Dios. ¡Desdichado el tiempo en que no te amé! Pero más vale
tarde que nunca. Así, pues, ¡oh María!, me presento hoy a ti y me ofrezco todo
entero a tu servicio para todo el tiempo, poco o mucho, que me quede por vivir
en esta tierra; y como Tú, renuncio a todas las criaturas y me dedico
enteramente al amor de mi Creador.
San Alfonso María de
Ligorio
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