Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

miércoles, 28 de noviembre de 2012

REINA DULCÍSIMA


“Si te turba la memoria de la enormidad de tus faltas, de la fealdad de tu conciencia y comienzas a sumergirte en la tristeza, en la desesperación, piensa en María, invoca a María” (San Bernardo)

Acudamos, pues, acudamos siempre todos a los pies de esta Reina dulcísima, si queremos salvarnos con seguridad; y cuando la multitud de nuestros pecados nos desaliente, acordémonos que fue elegida Reina de misericordia para salvar con protección poderosa a los pecadores, por grandes que sean, que acudan a Ella. Estos han de ser en el Cielo su Corona, como se lo prometió en los Cantares su divino Esposo (4,8): “Ven del Líbano, Esposa mía; ven del Líbano, ven, y serás coronada… de las cuevas de los leones, de los montes de los leopardos”. Y éstos, ¿quiénes son sino los pecadores, cuyas almas se hacen, por el pecado, cuevas de monstruos espantosos? Pues estos mismos, Reina soberana, salvos por vuestro medio, porque su salvación será corona vuestra, corona propia, corona digna de la Reina de misericordia.

“Las Glorias de María” 1ª parte, de San Alfonso María de Ligorio

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