miércoles, 25 de diciembre de 2013

¡¡¡ALLELÚIA!!!


Era ya tarde cuando José y María llegaron a la puerta de la gruta. Ella le dijo a José: “Seguramente que  la voluntad  de Dios es que  entremos  aquí”. José puso el asno bajo la especie de techo que había delante de la entrada del subterráneo; preparó un asiento para la Santa Virgen y ella se sentó, mientras José se proporcionaba luz y entraba en la gruta. La entrada estaba obstruida por manojos de paja y por esteras puestas junto a las paredes. Fijó en la pared una lámpara encendida e hizo entrar a María quien se colocó en el lecho que él había dispuesto con frazadas y algunos paquetes. Se excusó humildemente de no haber podido proporcionarle un mejor albergue; pero María se hallaba interiormente contenta y gozosa.

Cuando la Virgen estuvo acomodada, salió José con su odre que llevaba consigo y se fue a la pradera donde corría un pequeño arroyo, lo llenó de agua y lo llevó a la gruta. Enseguida fue a la ciudad donde consiguió platos y carbón. La Santa Virgen pasó el día siguiente en la gruta del pesebre orando y meditando con gran fervor. Yo los vi comer alimentos preparados en los días precedentes y orar juntos.

Él fue nuevamente a Belén antes de concluir el sábado para comprar otros objetos necesarios y frutas que llevó a la gruta del pesebre. Cuando José volvió, dirigió una mirada a la Santa Virgen sin entrar en su cuarto y la vio orando de rodillas sobre su cama; ella miraba al oriente y tenía vueltas sus espaldas a la entrada. Le pareció que la veía envuelta en llamas y que toda la gruta se hallaba esclarecida por la luz sobrenatural. Del modo que Moisés cuando vio que ardía la zarza. José se sobrecogió de terror, entró en su pieza y se prosternó con el rostro en tierra. Vi que la luz que rodeaba a la Santa Virgen, se hacía cada vez más viva y refulgente; no se notaba la de la lámpara que José había encendido. María con su ancho vestido sin ceñidor, estaba de rodillas sobre la cama y con la cara vuelta al oriente. A la medianoche ella fue arrebatada en éxtasis y la vi elevarse de la tierra a cierta altura con las manos cruzadas sobre el pecho. El resplandor aumentaba en torno de ella y parecía que todas las cosas, aún los seres inanimados, se sentían movidos de singular alborozo. La roca que formaba el suelo y atrio de la gruta, como que se movía por el reflejo de la luz. Pero bien pronto no vi más que la bóveda. Una vía luminosa cuyo brillo aumentaba sin cesar, se elevaba de María hasta lo más alto del cielo. Había en eso un maravilloso movimiento de celestiales resplandores que, acercándose más y más, se manifestaron distintamente bajo la forma de coros angélicos. La Santa Virgen oraba y bajaba los ojos sobre su Dios, de quien había venido a ser Madre, y qué débil niño recién nacido estaba recostado ante ella. Vi a Nuestro Señor como un párvulo luminoso, cuyo brillo eclipsaba el esplendor de todo el contorno, acostado sobre el cobertor entre las rodillas de la Santa Virgen. La Santa Virgen permaneció algún tiempo en éxtasis y después la vi poner un lienzo sobre el niño, pero no lo tomó en sus brazos ni le tocó. Después de cierto intervalo, vi moverse al Niño Jesús y oí que lloraba y parece que María recobró el uso de sus sentidos. Cogió al Niño, lo envolvió en el lienzo que le había puesto encima, lo tomó entre sus brazos y lo estrechó contra su pecho. Enseguida se sentó, se cubrió así misma y al niño con el velo, creo que lo amamantó.  Entonces vi alrededor de ella, ángeles en forma humana que se prosternaban con respeto ante el recién nacido y lo adoraban. Había transcurrido una hora desde el nacimiento del niño cuando María  llamó a San José que oraba todavía con el rostro en tierra; habiéndose acercado, se prosternó lleno de júbilo, de humildad y de  fervor.  Solo cuando María lo indujo a estrechar contra su corazón al Don Sagrado del Altísimo, se levantó, recibió al Niño Jesús en sus brazos y dio gracias a Dios con lágrimas de alegría. Entonces la Santa Virgen envolvió en pañales al Niño Jesús; no tenía más que cuatro pañales. Enseguida vi que María y José se sentaron en tierra cerca uno del otro, nada decían y parecía que ambos estaban absortos en contemplación. Delante de María, envuelto como un niño ordinario estaba acostado Jesús recién nacido, bello y brillante como un rayo. ¡Ah! Me decía yo, éste lugar contiene la salud del mundo entero y nadie se preocupa de ello. Colocaron después al Niño en el pesebre; entonces ambos se pusieron a su lado derramando lágrimas de gozo y entonando cánticos de alabanza y José arregló el lecho y asiento de la Santa Virgen al lado del pesebre. La vi antes y después del nacimiento de Jesús, vestida con un traje blanco que la envolvía completamente.  La vi allí en los primeros días sentada, arrodillada, de pie y aún recostada y dormida, pero jamás enferma ni fatigada. Cuando nació Jesús, vi que los pastores asustados por el aspecto insólito de esa noche maravillosa, estaban de pie delante de sus cabañas, miraban en derredor suyo y consideraban con asombro una luz  extraordinaria sobre la gruta del pesebre. Al principio los pastores estaban atemorizados, pero un ángel apareció delante de ellos y les dijo: “No temáis, porque  vengo a anunciaros una gran nueva que causará  gozo a todo el pueblo de Israel. Hoy en la ciudad  de David os ha nacido  un Salvador, que es el Cristo, el Señor. Lo conocerán por éste signo: Hallaréis  al Niño envuelto  en pañales  y acostado  en un  pesebre”. Mientras el ángel anunciaba esto, el esplendor crecía más y más en torno suyo y yo vi cinco o siete figuras de ángeles muy bellas y luminosas. Tenían en sus manos como una larga banderita en la cual había algo escrito con letras grandes como la mano y los oí alabar a Dios y cantar: “Gloria  a Dios en lo más alto de los cielos y paz en la Tierra a los hombres  de buena voluntad”. No vi que los pastores fuesen inmediatamente a la gruta del Pesebre, de la cual distaba más de una legua; sino que los vi deliberar sobre lo que le llevarían al recién nacido y preparar sus presentes con la posible presteza. Ya en la aurora, se dirigieron al pesebre.  A los primeros albores del día, llegaron los pastores a la gruta con algunos presentes que habían preparado: eran animalitos parecidos a los cabritos; también llevaban sobre sus espaldas algunos pajaritos muertos y en los brazos algunas aves vivas de talla más elevada. Llamaron con timidez a la puerta de la gruta y José salió a recibirlos, entonces  ellos le refirieron  lo que los ángeles les habían anunciado y le dijeron que venían a rendir sus homenajes al Niño de la Promesa y a presentarle sus pobres ofrendas. José las aceptó con humilde gratitud y condujo a los pastores a la Santa Virgen  que se hallaba sentada junto al pesebre y tenía al Niño Jesús en su regazo. Los pastores se arrodillaron humildemente y permanecieron largo rato en silencio absortos en un sentimiento de indecible alegría; después entonaron el himno que habían oído cantar a los ángeles y un salmo del cual no me acuerdo. Cuando trataron de retirarse, la Santa Virgen les presentó al Niño Jesús, a quien ellos tuvieron por turno en sus brazos; lo devolvieron con lágrimas a la Madre y se alejaron de la gruta. Por la noche vinieron   a la gruta otros pastores con sus hijos y mujeres. Traían aves, huevos, miel, madejas de hilo de diferentes colores, paquetitos que se asemejaban a la seda en bruto y otras cosas. Luego que hubieron dado sus obsequios a José, se acercaron humildemente al pesebre, cerca del cual se hallaba sentada la Santa madre. La saludaron y al Niño también y arrodillándose cantaron  muy  bellos  salmos, el “Gloria  in  Excelsis”  y  algunos  cánticos  muy  cortos.  Al despedirse, se inclinaron sobre el pesebre en ademán de abrazar al Niño Jesús.  Durante toda la semana muchos pastores y otras buenas personas vinieron a la gruta y honraron al Niño Jesús con mucha devoción. La aparición de los ángeles a los pastores fue la causa de que todos estos buenos habitantes de los valles oyeran hablar del maravilloso Niño de la Promesa y vinieron a adorarle.

Beata Ana Catalina Emmerich

viernes, 20 de diciembre de 2013

EL SUEÑO DE MARÍA (relato)

Qué tristeza para Jesús, no ser deseado en su propia fiesta de cumpleaños
Tuve un sueño, José, y realmente no lo puedo comprender, pero creo que se trataba del nacimiento de nuestro Hijo.

La gente hacía los preparativos con seis semanas de anticipación, decoraba las casas, compraba ropa nueva, salía de compras muchas veces y adquiría elaborados regalos.

Era un tanto extraño, ya que los regalos no eran para nuestro Hijo; los envolvían en vistosos papeles, los ataban con preciosos moños y todo lo colocaban debajo de un árbol.

Sí, un árbol, José, adentro de sus casas; esta gente había decorado el árbol, las ramas estaban llenas de adornos brillantes y había una figura en lo alto del árbol, me pareció que era un ángel, era realmente hermoso.

Luego vi una mesa espléndidamente servida, con platillos deliciosos y muchos vinos, todo se veía exquisito y todos estaban contentos, pero no estábamos invitados.

Toda la gente se veía feliz, sonriente y emocionada por los regalos que intercambiaban unos con otros, ¿pero sabes, José?, no quedaba ningún regalo para nuestro Hijo; me daba la impresión de que nadie lo conocía, porque nunca mencionaron su nombre.

¿No te parece extraño que la gente trabaje y gaste tanto en los preparativos, para celebrar el cumpleaños de alguien a quien ni siquiera mencionan y que da la impresión de que no conocen?

Tuve la extraña sensación de que si nuestro Hijo hubiera entrado a esos hogares, para la celebración, hubiera sido solamente un intruso.

Todo se veía tan hermoso y la gente se veía feliz, pero yo sentía enormes deseos de llorar, porque nuestro Hijo era ignorado por casi toda esa gente que lo celebraba.

Qué tristeza para Jesús, no ser deseado en su propia fiesta de cumpleaños.

Estoy contenta porque sólo fue un sueño, pero ¡qué terrible sería si esto se convierte en realidad!

miércoles, 18 de diciembre de 2013

EXPECTACIÓN DEL PARTO DE LA BEATA VIRGEN MARÍA


Ecce Virgo Concípiet, et páriet fílium: et vocábitur nomen ejus Emmánuel

Una Virgen Concebirá y dará a luz un Hijo, a quién llamará Emmanuel

jueves, 12 de diciembre de 2013

REINA DE MÉJICO Y EMPERATRIZ DE LAS AMÉRICAS

Sí, eres nuestra Madre; la Madre de Dios es nuestra Madre, la más tierna, la más compasiva. Y para ser nuestra Madre y cobijarnos bajo el manto de tu protección te quedaste en tu imagen de Guadalupe
Préstame Madre tus ojos, para con ellos poder mirar,
porque si con ellos miro, nunca volveré a pecar.

Préstame Madre tus labios, para con ellos rezar,
porque si con ellos rezo, Jesús me podrá escuchar.

Préstame Madre tu lengua, para poder comulgar,
pues es tu lengua patena de amor y santidad.

Préstame Madre tus brazos, para poder trabajar,
que así rendirá el trabajo una y mil veces más.

Préstame Madre tu manto, para cubrir mi maldad,
pues cubierta con tu manto al Cielo he de llegar.

Préstame Madre a tu Hijo, para poder yo amar.

Si Tú me das a Jesús, qué más puedo yo desear
y ésta será mi dicha por toda la eternidad.

Amén.

domingo, 8 de diciembre de 2013

PREDESTINACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Turris Davídica, ora pro nobis!

Vi un cuadro maravilloso: Era Dios, que después de la caída del hombre, mostraba a los ángeles cómo quería regenerar al linaje humano.  A primera vista no comprendí ese cuadro, pero pronto se me esclareció.

Vi  el trono de Dios, la Santísima Trinidad y como un movimiento en Ella.  Vi los nueve coros de ángeles a quienes Dios anunciaba de qué manera iba a reparar a la humanidad ya caída.  A este anuncio, vi un gozo indecible entre los ángeles.

El desarrollo de los designios de la Misericordia de Dios sobre el hombre   fue mostrado en diversos cuadros simbólicos.  Vi aparecer esos cuadros en medio de los nueve coros angélicos y enlazarse  unos  con  otros  como  una  historia.    Vi  a  los  ángeles  cooperar  en  esos  cuadros, protegerlos y defenderlos.  No puedo referir con exactitud la serie y encadenamiento  de esos cuadros; pero con el auxilio de Dios diré aquello de que me acuerdo:

Vi ante el trono de Dios una montaña de piedras preciosas; crecía y se desarrollaba sin cesar y tenía gradas y se asemejaba a un trono y luego tomaba figura de una torre.  En esta forma, encerraba   todos los tesoros espirituales, todos los dones de la Gracia.   Los nueve coros de ángeles la rodeaban. A uno de los costados de la torre vi, como sobre un pequeño ribete formado por una nube dorada, aparecer cepas de vid y espigas de trigo que se entrelazaban como entre los dedos de ambas manos juntas. 

Vi presentarse en el cielo una figura semejante a una Virgen que entró en la torre y se hizo una misma cosa con ella.  La torre era muy alta y plana en la cumbre; me pareció que por el envés tenía una abertura por la cual entró la Virgen.  No era ésta la Virgen María en el tiempo, sino la Virgen María en la eternidad, en Dios. Vi producirse su aparición ante La Santísima Trinidad del mismo modo que el aliento de la boca se condensa en sutil vapor.  Vi también salir de La Santísima Trinidad una figura hacia la torre.  En ese momento, apareció en medio de los coros como un tabernáculo del Santo Sacramento.  Parecía que todos los ángeles trabajaban en él y  tenía la forma de una torre rodeada de imágenes simbólicas de toda clase.  A sus lados había dos figuras que extendían las manos detrás de él. Este vaso espiritual parecía crecer continuamente y cada vez se hacía más rico y más magnífico. Entonces vi salir de Dios cierta cosa y pasar por entre los nueve coros de ángeles, esto se pareció semejante a una nube luminosa que se distinguía más y más a medida que se acercaba a ese tabernáculo de santidad al cual entró finalmente.

En cuanto puedo comprenderlo, era esto una bendición substancial de Dios relativa a la continuidad de una línea pura y sin pecado,  o por decirlo así, a la producción de puros renuevos. Vi en fin esta bendición en forma de haba brillante entrar en el tabernáculo, después de lo cual, éste se perdió en la torre.

Beata Ana Catalina Emmerich

¡INMACULADA!

Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza
A Ti, Virgen Inmaculada, predestinada por Dios sobre toda otra criatura como abogada de gracia y modelo de santidad para su pueblo, te renuevo hoy, de modo especial, mi consagración personal.

Guía Tú a sus hijos en la peregrinación de la fe, haciéndolos cada vez más obedientes y fieles a la palabra de Dios.

Acompaña Tú a todos los cristianos por el camino de la conversión y de la santidad, en la lucha contra el pecado y en la búsqueda de la verdadera belleza, que es siempre huella y reflejo de la Belleza divina.

Obtén Tú, una vez más, paz y salvación para todas las gentes. El Padre eterno, que te escogió para ser la Madre inmaculada del Redentor, renueve también en nuestro tiempo, por medio de Ti, las maravillas de su amor misericordioso. Amén.

sábado, 7 de diciembre de 2013

PARA EL ADVIENTO

Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar (Gn 3,15)
Entrando en su presencia, dijo: —Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. En estas palabras hay una oferta, la oferta de un don y no un mero cumplido de cortesía. Ave, es decir, recibe gracia; no tiembles ni te preocupes de la naturaleza. Llena, ya que en los otros está la gracia, sobre ti vendrá toda la plenitud de la gracia juntamente. El Señor está contigo. ¿Qué significa el Señor está en ti? Pues que no vino con el simple deseo de hacerte una visita, sino que viene a ti en el nuevo misterio de su nacimiento. Por eso añadió muy oportunamente: Bendita tú entre las mujeres. Pues si en ellas la maldición de Eva castigaba las entrañas, ahora entre ellas se goza, es honrada y acogida la bendita María. Y de esta suerte ha venido realmente a ser por la gracia madre de los vivientes, la que antes era por naturaleza madre de los murientes.

San Pedro Crisólogo, Sermón 140 (CCL 24B, 847-849)

domingo, 1 de diciembre de 2013

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA PARA EL ADVIENTO

Cuando escucho cómo saltas de gozo dentro de mí, pienso: ¿En un mundo tan triste le dejarán ser feliz? ¿Y Tú, pequeño mío, cómo vas a poder liberar a este mundo que esclavo quiere ser?
¡Dulcísima y amabilísima Madre de Dios y Virgen sacratísima! ya se llega la hora de vuestro bienaventurado parto, parto sin dolor, parto gozoso. Vuestra es esta hora, y nuestra es: vuestra es porque en ella habéis de descubrir al mundo los tesoros divinos que tenéis encerrados en vuestras entrañas, y el sol que le ha de alumbrar, y el pan del cielo que le ha de sustentar, y la fuente de aguas vivas por la cual viven todas la cosas que viven. Y vos, Señora, con este sagrado parto habéis de quedar más gloriosa, pues por ser madre no se marchitará la flor de vuestra virginidad, antes cobrará nuevo frescor y nueva belleza, porque sois la puerta de Ezequiel cerrada, huerto cercado y fuente sellada, y todas las gentes os quedarán obligadas, y os reconocerán y adorarán por Madre de su Señor, y reparadora del linaje humano, y emperatriz y princesa de todo lo criado.
Pero también esta hora es nuestra, no solamente por ser para nuestro bien y principio de nuestro bien, sino porque desde que pecó Adán y Dios le dio esperanza con su promesa que le remediaría, todos los patriarcas la han deseado, todos los profetas la han prometido, todos los santos del Antiguo Testamento han suspirado por ella, todas las gentes la han aguardado y todas las criaturas están suspensas y colgadas de vuestro felicísimo parto, en el cual está librada la suma de la salud y felicidad eterna. Pues ¡oh esperanza nuestra! ¡oh refugio y consuelo de nuestro destierro!; oíd nuestros clamores, oíd los gemidos de todos los siglos y naciones, y los continuos ruegos y lágrimas del linaje humano, que está sepultado en la sombra de la muerte aguardando esta luz, y que vos le mostréis su Salvador, su Redentor, su vida, su gloria y toda su bienaventuranza. Daos prisa, Virgen santísima, daos prisa, acelerad vuestro dichoso y bienaventurado parto, y manifestadnos a vuestro unigénito Hijo, vestido de vuestra carne, para dar espíritu a los hombres carnales y hacerlos hijos de Dios, al cual sea gloria y alabanza en los siglos de los siglos. Amén.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

NUESTRA MADRE DE LA MEDALLA MILAGROSA

¡Oh Madre mía de la Medalla Milagrosa!, ponemos en tus manos y confiamos a tu Corazón nuestras súplicas
¡Oh María, consuelo de cuantos os invocan!. Escuchad benigna la confiada oración que en mi necesidad elevo al trono de vuestra misericordia. ¿A quién podré recurrir mejor que a Vos, Virgen bendita, que sólo respiráis dignidad y clemencia, que dueña de todos los bienes de Dios, sólo pensáis en difundirlos en torno vuestro? Sed pues mi amparo, mi esperanza en esta ocasión; y ya que devotamente pende de mi cuello la Medalla Milagrosa, prenda inestimable de vuestro amor, concededme, Madre Inmaculada, concededme la gracia que con tanta insistencia os pido

APARICIONES

La noche del 18 de junio del dicho año, 1830, fue la escogida por la Virgen Santísima para hacer entrega de sus cartas credenciales a la Venerable Hermana.

Para detalles, nadie como la propia Sor Catalina, quién así lo describe: 

Era tanto mi deseo de ver a la Virgen, que me acosté con la confianza de que San Vicente había de conseguírmelo de la Señora. Serían no más que las once y media de la noche. cuando oí que me llamaban: "Hermana. Hermana, Hermana". Desperté; miré del lado por donde la voz venía. Corrí la cortina; y vi a un niño, como de cinco años que vestía de blanco; y así me dijo: "Ven a la capilla, que allí te espera la Virgen". Tranquilizada por él, dime prisa en vestirme; y le seguí… No pequeña fue mi sorpresa, viéndolo todo iluminado; mas esta mi sorpresa creció de punto ante la claridad de la capilla. Recordábame ésta la misa de Navidad. Sin embargo, por ningún lado se echaba de ver la presencia de la Virgen.
Arrodillada, hacíaseme largo el tiempo de espera. Acrecíalo el temor de verme descubierta. Llegó la hora. Y el niño me previno con estas palabras: "Mira, ahí tienes a la Virgen Santísima". Noté como un roce de sedas que se dirigía al lado del Evangelio, a un sillón que allí había. Era la Virgen, quien se me ofrecía sentada. Creo imposible describir cuanto veía y ocurría en mi: algo así como un temor de verme engañada; y de que aquella a quien yo veía, no fuera la Santísima Virgen. Mas, el ángel de mi guarda -que no era otro el niño- me increpó un tanto severo y sin más dudar, me arrodillé junta a Ella y puse mis manos en su regazo"
Y allí, mano a mano, como de Madre a hija, "quiero, hija mía, me dijo, nombrarte por mi embajadora. Sufrirás no poco; mas vencerás, pensando ser todo para la gloria de Dios. Con sencillez y confianza di cuanto entiendas y veas". 

Prudente la Hermana, pidió prendas de cuanto había visto y oído. Prenda que la Señora le dio cumplidas. Profetizó la Hermana. Presto y cuando menos se esperaba, tuvieron sus profecías cabal cumplimiento.
En estas se hallaba el asunto, que acreditaba la misión de Sor Catalina Labouré, cuando la Virgen María tuvo por bien dejarse ver otra vez en la tarde del 27 de noviembre del mismo año.

Demos la palabra a Sor Catalina: 

"Vi a la Virgen Santísima en todo el esplendor de su belleza. Indecible al labio humano. . . . Bañada de luz su figura. Asentaba los pies sobre una media esfera... En sus manos, a la altura del pecho, otra esfera más pequeña. Alzados los ojos al Cielo, noté cómo sus dedos tenían anillos, de los cuales brotaban pequeños haces de luz.... Viendo lo cual, oí una voz que así me dijo: "Figura el globo al mundo entero y a todos y cada uno de los mortales." "Son los rayos símbolo de cuantas gracias concedo a quienes me las piden".
Gozaba la Hermana con lo ya visto, cuando al punto - prosigue la misma- hízose en torno de la Virgen Santísima a modo de óvalo con estas palabras, en caracteres de oro:
"¡Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!"
Volvióse la visión y notó la Hermana una letra M y sobre ésta una Cruz descansando en una barra. Debajo de lo anterior, el Corazón de Jesús coronado de espinas y el de María atravesado con una espada, Y todo ello, circundado con doce estrellas. Se dejó oír al mismo tiempo una voz, que así decía: 
"Acuñad una medalla según el modelo. Cuantos la lleven consigo, recibirán gracias sin cuento… Llevadla con entera confianza."

domingo, 24 de noviembre de 2013

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA MANSEDUMBRE

Nuestro hermano Mario, amigo de éste humilde blog, desde Medellín (Colombia), nos da ha conocer esta preciosa imagen de la Santísima Virgen María, bajo la advocación de la Mansedumbre, mandándonos también la novena, que pasamos a publicar, con mucha gusto, tal y como la recibimos. Gracias hermanos y que la Santísima Virgen de la Mansedumbre, bendiga vuestra Patria.


MAYO 4

 NOVENA DE NUESTRA SEÑORA  DE LA MANSEDUMBRE

Por la señal……
Jesús mi señor y redentor…….

ORACION PREPARATORIA

Dulce virgen de la mansedumbre, abro mi corazón, mi mente y todo mi ser, me entrego en tus santas, puras y benditas manos, te imploro señora mía, que me limpies de todo lo que mancha mi alma, y que tu infinito amor, me prepare cada día para que de tu mano pueda atender el llamado que a cada momento me hace mi señor, pero que yo con mi soberbia,  y orgullo me niego a escucharlo, por eso te pido reina mía, que tomes mi vida y la moldees nuevamente, para que tocado por esas santas manos que cargaron y llenaron de amor a quien es el amor, pueda yo aprender a  tener un corazón manso, que es la voluntad de nuestro señor Jesucristo… Amén.

DIA PRIMERO

Nuestra señora de la mansedumbre,  a tu paso todo lo llenas de amor y bondad, por eso hoy  con humildad, te ruego pases por mi hogar, en mi familia por falta de un corazón manso, muchas veces le abrimos la puerta al maligno para que entre sembrando rencores y discordias causando división, por eso dulce madre, hoy te entrego mi familia para que tú la bendigas y la fortalezcas en el amor, la armonía y sobre todo que sea una familia fiel a nuestro señor Jesús, amén.

Padre nuestro, ave María y gloria

DIA SEGUNDO

Nuestra señora de la mansedumbre, Hoy te ofrezco el trabajo que el señor en su infinita bondad me ha regalado, y a ti me encomiendo amada señora mía, para que a imitación tuya trate con amor a todas las personas  con las que  me relacione en mi laborar diario,  e igualmente bendícelas  para que nuestras manos unidas trabajen con honestidad y amor para que así no nos falte el sustento para nuestras familias, concédenos ese corazón manso, que cada día agradezca al señor por los bienes que el generosamente nos ofrece, amén.

Padre nuestro, ave María y gloria

DIA TERCERO

Nuestra señora de la mansedumbre, tu reinas en el mundo entero y tu reino es de paz, por eso imploro hoy por la paz del mundo para que tu corazón inmaculado logre desterrar el odio y la venganza que existe entre los pueblos, oro para que el mundo cambie ese corazón endurecido por el pecado y la sed de poder y se vuelvan a Dios con un corazón dócil y manso, que todos vivamos como hermanos miembros del mismo rebaño y dirigidos por el mismo pastor, nuestro señor Jesucristo, amén.

Padre nuestro, ave María y gloria

DIA CUARTO

Nuestra señora de la mansedumbre, oro en este día por la santa iglesia católica, para que reinen las enseñanzas de nuestro maestro, imploro tu asistencia al santo padre y a todos los sacerdotes, para que llenos de la presencia del espíritu santo sepan llevar al pueblo ese mensaje de amor, y que Dios les conceda la mansedumbre de corazón para que así puedan  hacer vida las palabras de Jesús  y se conviertan  en verdaderos pastores fieles a las enseñanzas de nuestro señor Jesucristo, amén.

Padre nuestro, ave María y gloria

DIA QUINTO

Nuestra señora de la mansedumbre, tu eres consuelo de los afligidos y salud de los enfermos, es por eso mi buena madre que hoy imploro tu auxilio por todos los enfermos del mundo, intercede  ante nuestro señor para que pase sanando los quebrantos de salud de todas las personas que se acogen a su infinita misericordia y aun a los  que no creen en ti, pues bien se que tu misericordia se derrama sobre toda la humanidad, amada reina infunde en todos los enfermos la mansedumbre de corazón para que en medio de las tribulaciones sepan aceptar sus sufrimientos ya que estos nos acercan más a Dios, asístelos para que de tu mano busquen consuelo y esperanza en quien es la vida misma, nuestro señor Jesucristo, amén.

Padre nuestro, ave María y gloria

DIA SEXTO

Nuestra señora de la mansedumbre, ruego muy especialmente por los pobres, quienes carecen de los bienes del mundo para que tu siembres en ellos esa semilla de amor y de esperanza en alcanzar los verdaderos bienes, los que solo ofrece nuestro señor, ilumínalos madre para que el maligno con sus engaños no los enceguezca pensando que la felicidad esta en los bienes materiales, enséñanos a agradecer los bienes que el señor generosamente nos concede y a no pedir más de lo necesario, dales dulce madre a los pobres el verdadero pan, el que da la vida eterna el pan que solo da nuestro señor Jesucristo, amén.

Padre nuestro, ave María y gloria

DIA SEPTIMO

Nuestra señora de la mansedumbre, oramos por los gobernantes del mundo, hoy las naciones se encuentran sumergidas en una carrera armamentista que busca solo adquirir cada vez más poder, pero que solo consigue la destrucción de la humanidad, dulce reina de todos los pueblos, siembra en ellos un corazón manso, donde puedan cambiar las armas por educación, alimentos y caminos que nos lleven a la unión de todos los pueblos.

Que tu corazón manso sea pues madre, ejemplo para lograr la paz del mundo y que reine tu inmaculado corazón en este mundo tan necesitado de nuestro señor Jesucristo, amén,

Padre nuestro, ave María y gloria

DIA OCTAVO

Nuestra señora de la mansedumbre, derrama tu misericordia sobre todos los jóvenes que se preparan en sus estudios para construir un mañana mejor, que tu mi dulce reina seas ese modelo de perfección y que ellos aprendiendo de tu corazón manso, aprendan a buscar a Dios en todo, pues tu sabes mi amada que el mundo les ofrece esa sabiduría que muchas veces los llena de soberbia y se olvidan de Dios al creerse autosuficientes, virgen María crea en ellos ese corazón manso,  que se preparen pero siempre llevando delante de ellos  a Dios , que el señor los bendiga y bajo tu manto aprendan a servirle a los demás buscando siempre el bien común en el nombre de Jesucristo nuestro señor, amén.

Padre nuestro, ave María y gloria

DIA NOVENO

Nuestra señora de la mansedumbre, con humildad te suplico tu intersección maternal por la conversión de todos los pecadores, especialmente los que han endurecido su corazón y se niegan a aceptar a Cristo en sus vidas, oro por todos esos pobres huérfanos que por soberbia, orgullo o por ignorancia se niegan a aceptar a esa madre de bondad de amor y de misericordia que nuestro buen Dios nos concedió para ser dulce protectora e intercesora de esta humanidad tan agobiada por el mal que el enemigo a sembrado en el mundo, pero tu mi señora triunfaras y llenaras nuestros corazones de mansedumbre y así el mundo entero vera la gloria y las maravillas de Dios, y bajo tu mirada mi reina de amor la humanidad alabará y bendecirá  por siempre a nuestro señor Jesucristo, amén.

Padre nuestro, ave María y gloria


ORACION FINAL

Mi alma y mi corazón se llenan de gozo al saber que tú, la bienaventurada reina del cielo, la madre de mi señor, la que todo un Dios ha proclamado como reina de todo el universo me conceda el honor inmerecido de llamarme tu hijo, acrecienta en mí el amor y la fidelidad a ti, que nada del mundo pueda oh señora mía desviar mi atención, que solo quiero vivir en ti y para ti, lléname oh señora con ese amor maternal para que pueda cambiar este soberbio corazón por un nuevo corazón a imitación del tuyo dulce señora de la mansedumbre, amén.

Nuestra señora de la mansedumbre………..Rogad por nosotros (3 veces)

Salve y gloria



ORACION A NUESTRA SEÑORA DE LA MANSEDUMBRE

Reina mía y señora mía,  virgen de la mansedumbre, esperanza de los corazones desesperados, angustiados, llenos de orgullo y de soberbia, a ti me encomiendo y me entrego con humildad, para que tú, en tu infinita bondad y amor, tomes mi corazón y lo transformes a imitación del tuyo que es fuente y manantial de ternura, enséñame a ser manso, como tu hijo Jesús nuestro señor, tu mi buena madre observabas todas las cosas y las meditabas en tu corazón, dame señora mía la gracia de poder obrar y tratar a los demás con respeto y no caer en la tentación de llenarme de ira lo cual es contrario a lo que tú quieres de nosotros, mi amado Jesús lo dijo, sed mansos como vuestro padre es manso, por eso  te imploro dulce virgen de la mansedumbre tu misericordia y ayuda, pues soy un ser frágil y débil y solo no puedo, pero confió en que si me abandono en tus brazos bajo tu amparo podre tener un corazón puro y manso que sea digno de ser presentado por tus santas y benditas manos a nuestro señor Jesucristo. Amén.

Gloria al padre………

jueves, 21 de noviembre de 2013

MARÍA EN EL TEMPLO

Dulce Madre nuestra, ayúdanos a saber, como Tú, ofrecernos enteramente a Dios, con todo lo que somos y poseemos y sin reservas ningunas
La niñita María será pronto llevada al templo de Jerusalén.Vi hace algunos días a Ana en un aposento de la casa de Nazaret, teniendo delante de ella a María, ya de tres años de edad y enseñándola a rezar, porque luego vendrían los sacerdotes a examinarla para su admisión  en el colegio del Santuario. Ese día había fiesta en la casa de Santa Ana; como una preparación. Se hallaban allí extranjeros, parientes, hombres, mujeres y niños; también se hallaban presentes tres sacerdotes, uno de Séforis, otro de Nazaret y el tercero de un lugar cercano. Estos sacerdotes habían venido a examinar si la niñita María se hallaba en estado de ir al templo.

Después los vi ponerse en marcha al amanecer. La niñita María deseaba con ardor llegar al templo; salió de la casa con toda ligereza y fue a colocarse junto a las bestias de carga; después de algunos días de viaje llegaron a Jerusalén.

Bien temprano Joaquín se dirigió al templo con los otros hombres, más tarde María fue llevada allí también por su madre con un acompañamiento solemne. Ana y María de Helí con su hija María de Cleofás iban adelante. Las seguía la santa niña  con su saya y capa azul celeste con brazos y cuello adornados de guirnaldas, llevando en la mano una antorcha engalanada de flores. A cada lado de María  marchaban tres niñas con iguales antorchas y vestidos blancos bordados de oro. Como María, también ellas llevaban capas de color azul claro, guirnaldas de flores y pequeñas coronas alrededor del cuello y de los brazos. Enseguida iban las otras vírgenes y niñitas, todas vestidas de gala pero sin uniformidad; cerraban la marcha las demás mujeres.

Cuando llegó el grupo descrito antes, vi a varios servidores del templo ocupados en abrir con grandes esfuerzos una puerta muy grande y muy pesada, brillante como el oro y sobre la cual estaban esculpidas algunas cabezas, racimos de uvas y manojos de espigas: Era la puerta Dorada. El séquito pasó por esa puerta y para llegar a ella, tuvieron que subir por cincuenta gradas; no sé si entre ellas había algunos intervalos de piso plano. Quisieron conducir de la mano a María pero, ella lo rehusó y llena de júbilo y entusiasmo, subió las gradas rápidamente y  sin  tropezar. Todos  se  hallaban  vivamente impresionados. Después  del sacrificio, arreglaron un altar portátil cubierto o sea, una mesa de sacrificio con gradas. Zacarías y Joaquín con otro sacerdote, vinieron del patio de los presbíteros a éste altar, ante el cual estaban un sacerdote y dos levitas con rollos de papel y todo aparejo para escribir. Un poco a la espalda de María, se hallaban las niñas que la acompañaban; ella se arrodilló sobre las gradas, Joaquín y Ana extendieron las manos sobre la cabeza de su hija, el sacerdote le cortó algunos cabellos que fueron quemados en un bracero. Los padres pronunciaron ciertas palabras por las cuales ofrecían a su hija, palabras que los dos levitas escribieron. Entretanto las niñas cantaban el salmo 44 y los sacerdotes el salmo 49 y los niños acompañaban con sus instrumentos. Entonces dos sacerdotes tomaron a María de la mano y subiendo por muchas gradas, la pusieron en un sitio elevado del muro que lo separaba del vestíbulo del santuario. Colocaron a la niña en una especie de nicho situado en la mitad de este muro de modo que ella podía ver en el templo donde se hallaban en el orden muchos hombres que me parecieron consagrados a éste santo edificio. Dos sacerdotes estaban a los lados de la niña y sobre las gradas había otros dos que recitaban en voz alta las oraciones prescritas en los rollos. Por otro lado del muro, un anciano príncipe de los sacerdotes estaba de pie junto a un altar, en un sitio tan elevado que apenas podía vérsele la mitad del cuerpo. Lo vi ofrecer el incienso cuyo humo se esparció alrededor de María. Los presbíteros tomaron las coronas con que la niña rodeaba sus brazos y la antorcha que llevaba en la mano y se las dieron a sus compañeras. Le colocaron sobre la cabeza una especie de velo moreno y haciéndola bajar por unas gradas, la condujeron a una sala vecina donde otras seis vírgenes del templo mayores que ella vinieron a recibirla esparciéndole flores a su paso. Seguíanla sus maestras, Noemí hermana de la madre de Lázaro, la profetiza Ana y otras más. Los sacerdotes recibieron entre sus manos a la niña y después de esto, se retiraron. Se hallaban también allí el padre y la madre de la niña y sus más próximos parientes. Acabándose los cánticos sagrados, la niña se despidió de su familia. Joaquín sobretodo se hallaba sumamente conmovido; tomó a María en sus brazos, la estrechó contra su corazón y le dijo bañado en lágrimas: “Acuérdate de mi alma delante de Dios”. Entonces María con la maestra y muchas niñas se dirigió a la habitación de las mujeres en la parte septentrional del templo. Ellas ocupaban piezas que habían sido construidas en sus gruesos muros. Podían ellas por medio de pasajes y  escaleras, subir a pequeños oratorios colocados cerca del santuario del Santo de los Santos. Vi a la santa Virgen en el venerado edificio, ya en el colegio con las demás niñas, ya en su aposento, progresando siempre en el estudio, en la oración y en el trabajo. Hilaba, tejía, hacía encajes para el servicio del templo, lavaba los paños y limpiaba los vasos. Muchas veces la vi  rezar  y aparte de las oraciones prescritas por las reglas del colegio, la vida de María era un anhelo incesante de la Redención y una continua oración interior; pero hacía todo eso de un modo pacífico y secreto. Cuando todos dormían, ella se levantaba de la cama e invocaba a Dios. Muchas veces la vi bañada en lágrimas e inundada de la Luz durante la oración, oraba con velo. Se ocultaba de igual modo con el velo cuando hablaba a los sacerdotes o cuando bajaba a una sala contigua al templo para recibir el trabajo que debía ejecutar o bien, entregar el ya hecho. Vi a la santa Virgen frecuentemente en el templo arrebatada en éxtasis en oración; parecía que su alma no se hallaba en la tierra y a menudo recibía consuelos celestiales. Ardientemente suspiraba por el cumplimiento de la promesa y en su humildad apenas se atrevía a formar el deseo de ser la última criada de la Madre del Redentor. La maestra que cuidaba de María, de llamaba Noemí hermana de la madre de Lázaro y tenía cincuenta años. De ésta, aprendía María a trabajar y con ella andaba cuando limpiaba los vasos y paños manchados con la sangre de los sacrificios o cuando dividía o preparaba ciertas porciones de la carne de las víctimas reservadas para los sacerdotes y mujeres del templo. Difícil era que los sacerdotes desconocieran del todo los destinos que la Providencia le había asignado a María. Su conducta, la gracia que la adornaba y su discreción extraordinaria eran tan notables desde su infancia, que ni su extremada humildad bastaba para ocultarlas enteramente.


Beata Ana Catalina Emmerick 

21 DE NOVIEMBRE, PRESENTACIÓN DE MARÍA EN EL TEMPLO

“Oye, hija, mira y tiende tu oído y olvida tu pueblo y tu casa paterna” (Sal. 44, 11)

¡Oh María!, presenta Tú mi ofrenda y mi vida al Señor 
¡Oh amada de Dios, amabilísima niña María! Ojalá pudiese hoy ofrecerte los primeros años de mi vida, para dedicarme todo a tu servicio, ¡Santa y Dulcísima Señora mía!, así como Tú te presentaste en el Templo y te consagraste toda a la gloria y al amor de tu Dios. Pero no llego a tiempo, después de haber perdido tantos años en servir al mundo y a mis caprichos, casi olvidado de Ti y de Dios. ¡Desdichado el tiempo en que no te amé! Pero más vale tarde que nunca. Así, pues, ¡oh María!, me presento hoy a ti y me ofrezco todo entero a tu servicio para todo el tiempo, poco o mucho, que me quede por vivir en esta tierra; y como Tú, renuncio a todas las criaturas y me dedico enteramente al amor de mi Creador.

San Alfonso María de Ligorio

domingo, 17 de noviembre de 2013

jueves, 14 de noviembre de 2013

PEQUEÑOS ROSARIOS DE FERVOR - ROSARIO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN (en las tentaciones)


Son muy fáciles de rezar, en los ratos libres que hay en los  viajes, en el trabajo, y muy eficaces para obtener el amor de la Santísima Virgen María, nuestra Santa Madre... por la conversión de los pecadores... gracias escogidas...

En las cuentas pequeñas:

Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos

En las cuentas grandes:

Gloria al Padre, al Hijo... etc...

Y sobre la Cruz:

ORACIÓN DE SAN BERNARDO

Acordaos, Oh piadosa
Virgen María, que jamás se ha
oído decir que ninguno de los
que han acudido a Ti,
implorado tu asistencia
y reclamado tu socorro,
haya sido abandonado de Ti.
Animado con esta confianza,
a Ti también acudo,
Oh Virgen Madre de las vírgenes,
y aunque gimiendo
bajo el peso de mis pecados,
me atrevo a comparecer
ante tu presencia soberana.
No desechéis, Oh Madre de Dios,
mis humildes súplicas;
antes bien, escuchadlas y
atendedlas favorablemente.

Así sea

sábado, 9 de noviembre de 2013

A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, POR NUESTROS DIFUNTOS

María, Madre de Dios, y Madre de misericordia, ruega por nosotros y por todos los que han muerto en el regazo del Señor
Oh Dios que concedéis el perdón de los pecados y queréis la salvación de los hombres, imploramos vuestra clemencia en favor de todos nuestros hermanos, parientes y bienhechores que partieron de este mundo, para que, mediante la intercesión de la bienaventurada Virgen María y de todos los Santos, hagáis que lleguen a participar de la bienaventuranza eterna; por Jesucristo, nuestro Señor.

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio.

jueves, 7 de noviembre de 2013

EL AMOR DE MARÍA HACÍA NOSOTROS, ES SU SUFRIMIENTO

Al pie de la Cruz, junto a María, a la que el amor y el dolor hicieron Reina de los Mártires, aprendamos el secreto del amor fuerte
El alma más fuerte en el parecer, es la más fuerte en el amor.

Ninguna criatura en el mundo amó ni amará más a Dios que María Santísima y ninguna fue ni será más fuerte que ella en el sufrimiento. Hela al pie de la Cruz. Es Madre y asiste voluntariamente al atroz suplicio del Hijo; ve los clavos hundirse en las carnes, oye los golpes sordos del martillo, ve la cabeza coronada de espinas buscar en vano un instante de reposo en el duro leño, ve alzarse la Cruz y al Hijo colgar suspendido entre la tierra y el cielo, desfigurado por el dolor, sin el más pequeño alivio.

María tiene el corazón traspasado, y con todo, repite su fiat con la misma plenitud con que lo pronunció al anuncio jubiloso de su maternidad, y en el amor encuentra ánimo para ofrecer al Hijo amado por la salvación de sus verdugos. ¿Qué madre podrá emular la fortaleza de la Virgen? Y sin embargo, su sacrificio supera inmensamente el sacrificio de cualquier madre, porque sólo ella puede decir: el Hijo que inmolo es mi Dios.

lunes, 4 de noviembre de 2013

LA DEVOCIÓN A MARÍA, ENTRE LOS FIELES DIFUNTOS

¡Oh Señor Dios Omnipotente!, os ruego por la Sangre Preciosa que manó del costado de vuestro Divino Hijo Jesús, en presencia y con extremo dolor de su Santísima Madre, que libréis a las almas del Purgatorio y, particularmente, entre todas, a la que haya sido más devota de esta gran Señora, para que pronto vaya a vuestra gloria a alabaros en ella, y a ella en Vos, por todos los siglos de los siglos. Así sea.

sábado, 2 de noviembre de 2013

ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN POR LOS DIFUNTOS

¡Oh Cristo!, al llegar la hora de partir ya de esta vida, la palma de la victoria, concédeme por María 
Piadosa Madre del Carmelo, protectora de todos los que sufren y de quienes se purifican para participar en el gozo celestial, escucha nuestras oraciones.

Te encomendamos a nuestros hermanos ya fallecidos y a todas las benditas almas del purgatorio.

Intercede ante tu Hijo Jesucristo nuestro Salvador, para que sea con ellos juez misericordioso y les perdone las culpas que en su fragilidad cometieron.

Vela por quienes seguimos en este mundo y concédenos la gracia de amarte y honrarte para siempre para que tú nos guíes a tu Hijo y con Él participemos de la gloria eterna.

Concédele Señor el descanso eterno a todas las benditas almas. Brille para ellas la luz perpetua. Por la misericordia de Dios descansen en paz todos nuestros hermanos difuntos. Amén.

jueves, 31 de octubre de 2013

A TI, MADRE MÍA DEL ROSARIO...

¡Oh María! pues que me amas, hazme semejante a Ti
¡Oh Madre y Clementísima Virgen del Rosario! Vos que plantasteis en la Iglesia, por medio de vuestro privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haced que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia. 


¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que podéis presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien empeñad una y otra en favor nuestro. Conseguidnos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de vuestro Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

domingo, 27 de octubre de 2013

EL SANTO ROSARIO


“Con el Rosario practicaremos los Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, procuraremos cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de cada una de nosotros”

“Si nos dieran un programa más fácil de salvación, muchas almas que se condenarán tendrían el pretexto de que no pudieron realizar dicho programa. Pero ahora el programa es brevísimo y fácil: reza el Santo Rosario”
 Sor Lucía de Fátima


“El Rosario es un sitio de encuentro de los no instruidos y de los sabios; es la escuela donde el amor sencillo se acrecienta en conocimientos y donde los sabios aumentan su amor”

“El Rosario invita a nuestros dedos, a nuestros labios y a nuestro corazón a entonar una gran sinfonía de suplica y oración, y por estos motivos es la plegaria más grandiosa que jamás haya compuesto el hombre”

Monseñor Fulton J. Sheen


 “Con el Rosario los enfermos recobrarán la salud o no morirán sin los sacramentos”

San Francisco Javier


“¡Cuántos por el Rosario han salido del pecado! ¡Cuántos han llegado a la santidad! ¡Cuántos han conseguido con una muerte dichosa, la salvación eterna!”

“Entre todos los homenajes que se deben a la Madre de Dios no conozco ninguno más agradable que el Rosario”

San Alfonso María de Ligorio


“Si deseáis paz en vuestros corazones y en vuestros hogares, rezad diariamente el Santo Rosario”

“El Rosario es de todas las oraciones, la más bella, las más rica en gracias y la que más complace a la Santísima Virgen”

“Dadme un ejército que rece el Rosario y lograré con él conquistar el mundo”

“El Rosario es la oración por excelencia de todo el pueblo cristiano”

San Pío X

“Os dejo como mi testamento el rezo del Santo Rosario todos los días”

San José de Calasanz

“¡Oh! ¡Qué maravilla de la gracia del Santo Rosario! ¡Poder escapar del mundo, del demonio, de la carne y salvarse para el cielo!

San Luís María Grignion de Montfort

“Jamás será tenido por buen cristiano quién no reza el Rosario”

San Antonio María Claret


“En el Rosario he hallado los atractivos más dulces, más suaves, más eficaces y más poderosos para unirme con Dios”


Santa Teresa de Jesús

“El Rosario es una espada llameante y una armadura impenetrable que nos pondrán a cubierto de los más terribles asaltos del mundo, del demonio y de la carne, y nos harán vencedores de todos los enemigos”

Beato Alano de Rupe

“Confíe todo a la Santísima Virgen. Récele siempre el Rosario para que ella le guarde no sólo su alma,  sino también sus asuntos”

Santa Teresa de los Andes

“La ayuda maternal de la Virgen, si bien puede conseguirse con diversas maneras de orar, sin embargo, estimamos que el Santo Rosario es el modo más conveniente y eficaz, según lo recomienda su origen, más celestial que humano, y su misma naturaleza”

Venerable Pío XII


“El Rosario es una de las más sublimes flores de la piedad cristiana, uno de los más fecundos manantiales de gracias divinas”

S.S. Benedicto XV

“Nos pensamos no haber hecho nunca bastante para promover entre el pueblo fiel esta piadosa practica, que desearíamos ver siempre más ampliamente difundida y hacerse la devoción verdaderamente popular de todos los lugares y de todos los días”

S.S. León XIII

“Rezad esta oración tan sencilla… Anunciad que el Papa no se contenta con bendecir el Rosario, sino que lo reza cada día y quiere que sus hijos hagan otro tanto.  Tal es mi última palabra, que os dejo como recuerdo”

S.S. Pío IX

“El Rosario es un medio eficaz para honrar a Dios y a la Virgen, y para ahuyentar los graves males del mundo”

S.S. Sixto IV