¿Cómo iba a entrar la corrupción en un cuerpo de donde brotó la vida? |
Incorrupción del cuerpo Inmaculado.- El triunfo de María sobre la
muerte exigía la incorrupción del sepulcro. Esta gracia singular ha concedido
Dios a muchos cuerpos santos, ¿podría negársela a su Madre? Con mucha razón
dice el Damasceno: “¿Cómo iba a entrar la corrupción en un cuerpo de donde
brotó la vida?”. María, se ha dicho, que es un Cristo comenzado, por tanto,
¿cómo iba Él, que ya estaba en el Cielo, sentado a la diestra del Padre,
rodeado de la majestad de la Gloria Divina, a permitir que aquel cuerpo, que
era algo suyo, fuera invadido de la corrupción del sepulcro?
Además, la corrupción del
cuerpo tiene su razón de ser en el pecado; este es la semilla de aquella. Por
consiguiente, María concebida sin pecado original, preservada de toda mancha, y
hasta de la sombra del pecado, tuvo que carecer de la más mínima corrupción y,
sobre todo, ¿cómo podía unirse la Pureza Virginal de aquel cuerpo Inmaculado,
con esa sucia y asquerosa corrupción? ¿No merecía un premio especialísimo, aun
aquí en la tierra, aquel cuerpo que fue el primero en consagrarse a Dios con el
voto de virginidad? El Arca del Antiguo Testamento fue fabricada en madera
incorruptible y aquello fue solo una figura. La realidad es el alma y el cuerpo
incorruptible de María, Arca verdadera del Nuevo Testamento. Suplica a la
Virgen te dé a participar de esa incorruptibilidad del pecado, que es la que a
ti más te importa.
La Virgen no murió como nosotros los simples mortales. Fue transformada gloriosamente por el poder de su Hijo y llevada (asunta) en cuerpo y alma a la Jerusalén celeste.
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