miércoles, 22 de agosto de 2018

22 DE AGOSTO, INMACULADO CORAZÓN DE NUESTRA MADRE MARÍA

¡Madre de Consolación, causa de nuestra alegría!

Amor con amor se paga. Y, ¿qué amor más tierno y más eficaz que el que nos tiene María? María es nuestra Madre. Esta palabra que en el transcurso de veinte siglos bastó para suscitar tantos latidos, para secar tantas lágrimas, para aliviar tantos dolores.

María es nuestra Madre, y para que nadie lo pudiese dudar en lo más mínimo, he aquí que Jesús mismo lo aseguró desde la Cruz con su propia boca, próximo a exhalar el último suspiro, o sea en el momento más solemne de su vida mortal: He ahí tu Madre.

Se la llama Madre de Misericordia, y es lo mismo que decir Madre de Consuelo. Es su título de Reina, porque Ella no quiere sino volcar sobre nuestras miserias todas las riquezas de su Corazón de Madre. La miseria es la ignorancia y el error, fuente de nuestros desvíos; la miseria es la tentación, misteriosa agonía de nuestras fuerzas espirituales; la miseria es el pecado, muerte de la gracia, envilecimiento de nuestra naturaleza y esclavitud de la libertad; la miseria es la angustia del espíritu, es la aflicción del corazón. La miseria es la privación de las cosas necesarias para la vida, el dolor y la enfermedad del cuerpo; la miseria es la persecución de los malvados. Y bien, para todas estas miserias está el remedio en el Corazón de María. Luz, fuerza, perdón, estímulo, consuelo, asistencia, protección, salud, todo podemos pedir y todo podemos esperar de nuestra Madre de los Cielos: Madre de Consolación, causa de nuestra alegría.

Beato Juan Bautista Scalabrini


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