sábado, 27 de agosto de 2022

PARA LA VISITA A NUESTRA MADRE MARÍA

¡Ésta es toda mi confianza, ésta es toda la razón de mi esperanza!

Dichoso el hombre que me escucha, vigilando a mis puertas cada día, guardando las jambas de mi entrada (Prov., 8, 34) ¡Dichoso el que, como los pobres ante las puertas de los ricos, procura buscar limosna de gracias ante las puertas de la misericordia de María! ¡Y más dichoso quien procura imitar las virtudes que observa en María, especialmente su pureza y su humildad!

 

¡Oh Madre de misericordia! Cuando vivíais en la tierra merecíais ya el tributo de nuestra veneración y de nuestra confianza. Pero ahora que estáis elevada a lo más alto de los cielos, los verdaderos fieles os miran como el propiciatario de todas las naciones. Os suplicamos, pues, instantemente, ¡oh Virgen Santa!, que nos concedáis el socorro de vuestra intercesión y de vuestras plegarias ante Dios. Santas plegarias, que nos son más queridas y más preciosas que todos los tesoros de la tierra; plegarias eficaces, que nos obtienen de Dios la abundancia de sus gracias; plegarias poderosas, que detienen e inutilizan todos los esfuerzos de nuestros enemigos, siempre conjurados contra nosotros. Deshacedlos, ¡oh Madre de misericordia!; confundid sus proyectos, armad nuestra debilidad contra su malicia y mostrad que sois verdaderamente la Madre de todos los fieles que ponen en Vos su confianza. La mía os la entrego toda y hasta el último suspiro esperaré en Vos.

San Andrés de Creta





lunes, 22 de agosto de 2022

22 DE AGOSTO, FIESTA DEL INMACULADO CORAZÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

 

Fuentes de gracias son todas las fiestas que se celebran en la Iglesia; especialmente las de Nuestro Señor y su bendita Madre. Pero como el corazón es la sede del amor y de la caridad, y como la caridad es la reina de las demás virtudes y la fuente de todas las gracias, la fiesta del Purí­simo Corazón de la Madre admirable es como el corazón y la reina de todas las otras.


 Día de la fiesta

El Sacratísimo Corazón de la Bienaventurada Virgen, objeto de la fiesta.

Excelencia del Corazón de María.- Consideremos con atención cuál es el objeto de esta fiesta: es el Corazón Sagrado de la Reina del cielo y de la tierra; es el Corazón de la Su­prema Emperatriz del universo; es el Corazón de la Hija predilecta y muy amada del Padre; es el Corazón de la Madre de Dios; es el Corazón de la Esposa del Espíritu Santo; es el Corazón de la bondadosísima Madre de todos los fieles; es el Corazón más digno, más noble, más eleva­do, más generoso, más excelente, más caritativo, más amado, más amable y más amado de todos los corazones de las meras criaturas. Es un Co­razón del todo abrasado de amor a Dios y total­mente inflamado de caridad para con nosotros; merecería tantas fiestas como actos de amor hizo a Dios y actos de caridad hacia nosotros. Unid a Él, el Corazón de Jesús que no forma sino un solo corazón con el de su queridísima Madre, por unidad de espíritu, de afecto y de voluntad. Unidle también todos los corazones de todos los Ángeles y de todos los Santos que no forman entre sí y con el de su Padre y el de su Madre, sino un solo Corazón.

He aquí el objeto de esta fiesta: muy grande, muy admirable, y digno de veneración y de ala­banzas infinitas.

Concebid, pues, un gran deseo de celebrarla con toda la devoción que os sea posible.

El Corazón de María se nos ha sido dado.- Considerad que esta fiesta es un día de gozo extraordinario para nosotros, porque el Cora­zón de nuestra divina Madre nos pertenece por cuatro títulos:


1° porque el eterno Padre nos lo ha dado.
2° porque el Hijo de Dios nos lo ha dado.
3° porque el Espíritu Santo nos lo ha dado.
4º porque también Ella nos lo ha dado.

Y como el Corazón de Jesús, y todos los Cora­zones de los Ángeles y de los Santos no forman con ese Corazón que es nuestro, sino uno solo, todos esos Corazones también nos pertenecen.

¡Oh, el tesoro!, ¡oh la dicha y el bien nuestro! ¡Oh, cuán ricos somos! ¡Oh, qué gozosos y agra­decidos debemos estar!

¡Oh, queridísimo Jesús mío!, ¿qué os daré por tantos favores como recibo sin cesar de vuestra infinita bondad y de la caridad incomparable de vuestra Santísima Madre? Os ofrezco mi co­razón, que os pertenece por mil títulos. Pero... ¿qué es ofreceros el corazón de un pobre peca­dor? Os ofrezco el corazón de todos vuestros Ángeles y de todos vuestros Santos. Pero esto es poco todavía, comparado con el tesoro inmenso que me disteis al darme el Corazón de vuestra Santísima Madre.

Os ofrezco ese Corazón que os agrada más Él solo, que todos los corazones del universo. Pero esto no basta aún para cumplir, yo, íntegramen­te todas mis obligaciones. Os ofrezco vuestro Corazón adorable, todo abrasado de amor in­menso e infinito hacia Vos y hacia vuestro Padre divino.

¡Oh, Reina de mi corazón, os ofrezco tam­bién a Vos, ese Corazón de vuestro Hijo, infi­nitamente amoroso, en acción de gracias por el tesoro inestimable que me disteis al darme vues­tro maternal Corazón!





sábado, 20 de agosto de 2022

OS PIDO, MADRE MÍA...

"Nuestra Señora del Clero" Iglesia de Santa Cecilia, Sao Paulo (Brasil)

 


Madre mía, cuando Jesús estaba en vuestro claustro, Vos hallabais numerosas cosas que decirle; ved, sin embargo, ¡qué miserias le digo yo en el momento en que lo recibo en la Sagrada Eucaristía! Por eso os pido: Habladle por mí, Madre mía, y decidle todo lo que yo quisiera ser capaz de decir, pero no lo soy. Adoradlo como yo quisiera adorarlo; dadle la acción de gracias que yo quisiera darle; presentadle actos de reparación por mis pecados y por los del mundo entero, con un ardor de reparación que, desgraciadamente, no tengo.

Madre, pedid por mí y por todos los hombres todo lo que fuere necesario para que realicemos vuestra gloria; pues; Madre mía, lo que os pido más que nada es vuestra gloria, vuestro Reino. Amén.

Plinio Corrêa de Oliveira



lunes, 15 de agosto de 2022

CONVENIENCIA DE LA ASUNCIÓN CON LOS MISTERIOS DE LA VIDA CELESTIAL DE MARÍA

 

Con la cita anterior, queda resumida toda la conveniencia de la Asunción con aquellos privilegios por los que María colabora con Cristo en el cielo. Para poder ejercer juntamente con Él la Mediación de todas las gracias, la Maternidad espiritual sobre las almas, la Realeza sobre todas las creaturas, la intercesión por todos los pecadores, era necesario que la Santísima Virgen se encontrara junto a Cristo en el cielo igual que Cristo mismo, esto es, plenamente glorificada en su cuerpo y en su alma, con la sola diferencia indicada al principio: que dicha gloria Cristo la tiene como sol, esto es, como propia, mientras que la Virgen la tiene como luna, esto es, como recibida de Cristo.

«San Bernardino de Siena, resumiendo todo lo que habían dicho los teólogos de la Edad Media, afirma que la semejanza de la divina Madre con el Hijo divino, en cuanto a la nobleza y dignidad del alma y del cuerpo –porque no se puede pensar que la celeste Reina esté separada del Rey de los cielos–, exige abiertamente que María no debe estar sino donde está Cristo; además, es razonable y conveniente que se encuentren ya glorificados en el cielo tanto el alma como el cuerpo, lo mismo del Hombre que de la Mujer»

 (Pío XII, en la Bula Munificentissimus Deus)

 

Podríamos decir, para concluir, que la glorificación de la Santísima Virgen es día de alegría, no sólo para Ella, que por fin alcanza la visión cara a cara de su Hijo como Dios y como hombre glorificado, sino para todos nosotros. En efecto, con la Asunción de María, como bien nos recuerda la liturgia de esta fiesta, el Señor hace entrar a María en su providencia, y nos entrega en Ella a una solícita Madre y a una diligente Reina, que por su gloria tiene un conocimiento cabal de todas nuestras necesidades, y el poder necesario para remediarlas. No hay, pues, pecado, ni miseria, ni adversidad, para la que no tengamos remedio en nuestra Madre, Reina y Abogada ya glorificada, y glorificada en parte a favor nuestro. ¿Quién es ésta que surge cual la aurora, bella como la luna, refulgente como el sol? Además, tenemos en la glorificación y Asunción de María el primer cumplimiento de la promesa de Nuestro Señor de glorificarnos a todos nosotros. Como anticipo que nos muestra la veracidad de la palabra de Cristo, de resucitarnos en el último día, Nuestro Señor nos presenta a la Virgen a modo de prenda de nuestra futura gloria.

Allí donde está la Madre, allí han de estar también un día los hijos.



sábado, 13 de agosto de 2022

CONVENIENCIA DE LA ASUNCIÓN CON LOS MISTERIOS DE LA VIDA TERRENA DE MARÍA

 

1º Ante todo, la Asunción corporal de la Virgen es el complemento de la Inmaculada Concepción. Si el alma no ha sido manchada por el pecado, tampoco debe serlo el cuerpo; redimida la Virgen en el alma, lo fue también en el cuerpo; y así le tocaba ser glorificada inmediatamente. Se nos manifiesta así, en cierto modo, el primitivo plan de Dios, por el que el hombre habría sido glorificado sin pasar por la corrupción.

La plenitud de gracia, que es en María el acompañamiento necesario de la exención del pecado original, también reclamaba la Asunción. En efecto, María, por ser la llena de gracia, no debía carecer de nada que se refiera al orden de la gracia, y por eso tuvo plenitud de virtudes, de dones del Espíritu Santo y de carismas. Tenía toda gracia. Pero no hay que olvidar que la gracia sólo encuentra su perfección en la gloria, a la que apunta y a la que prepara; y por eso, para poseer todo ese orden de la gracia en plenitud, le correspondía recibir, al término de su vida terrena, la perfección de la gloria, en el cuerpo y en el alma.

3º Algo similar sucede con su Virginidad Perpetua. Quien nació de María sin detrimento de su virginidad corporal, quiso también respetar la integridad corporal de su Madre en el momento de su muerte, no permitiendo que su cuerpo sufriera corrupción. San Buenaventura afirma:

«Así como Dios preservó a María Santísima de la violación del pudor y de la integridad virginal en la concepción y en el parto, del mismo modo no permitió que su cuerpo se deshiciese en podredumbre y ceniza»

4º ¿Y qué decir de la Maternidad divina de María? El arca que había contenido a Dios es mucho más incorruptible que el arca que había contenido las tablas de la ley: la primera sólo fue incorruptible para significar la incorrupción de la segunda. San Francisco de Sales, dice:

« ¿Quién es el Hijo que, pudiendo, no volvería a llamar a la vida a su propia madre y la llevaría consigo después de la muerte al paraíso?»

5º Finalmente, la colaboración de María con Cristo a título de nueva Eva reclamaba también su gloriosa Asunción a los cielos: estando junto a Cristo en toda la línea de la obra redentora, la Virgen debía acompañarlo en su gloria, después de haberlo acompañado en el dolor y el sufrimiento. O, dicho de otro modo, después de haber ayudado a Cristo a redimir a las almas, ahora debía seguir ayudándolo, desde el cielo, en la misión de Mediador, de Rey, de Abogado ante el Padre. Y así como para lo primero debió María compartir la pasibilidad del Hijo, para lo segundo debía María compartir la gloria del Hijo, en el alma pero también en el cuerpo. Desde el siglo primero –dice el Papa Pío XII en la Bula de definición–

«María Virgen es presentada por los Santos Padres como la nueva Eva, estrechamente unida al nuevo Adán, aunque subordinada a Él, en aquella lucha contra el enemigo infernal que, como fue preanunciado en el Protoevangelio, había terminado con la victoria sobre el pecado y sobre la muerte, siempre unidos en los escritos del Apóstol de las Gentes. Por lo cual, como la gloriosa resurrección de Cristo fue parte esencial y signo final de esta victoria, así también para María la común lucha debía concluir con la glorificación de su cuerpo virginal; porque, como dice el mismo Apóstol, cuando este cuerpo mortal sea revestido de inmortalidad, entonces sucederá lo que fue escrito, que la muerte fue absorbida en la victoria»



 

sábado, 6 de agosto de 2022

CONSONANCIA DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA CON LOS DEMÁS PRIVILEGÍOS DE LA VIRGEN

 

¿Quién es ésta que surge cual la aurora, bella como la luna, refulgente como el sol?

Grande debió ser la admiración de los santos ángeles cuando vieron a la Santísima Virgen, Madre de Dios, Ascender al cielo en cuerpo y alma al término de su vida terrena. Aquella que les había sido vaticinada como la gran Reina a la que debían vasallaje para alcanzar la bienaventuranza eterna, por fin entraba en sus dominios, glorificada por su Hijo Dios en todo su ser, cuerpo y alma.

• Era una aurora que se levantaba, la primicia de todos los que deben resucitar con vida gloriosa, a título de miembros de Cristo y de hijos de María.

• Era Bella como la luna, pues no tenía, por así decir, luz propia: solo Cristo es verdadero sol que, en su transfiguración, nos muestra que a Él le correspondía tener una naturaleza humana glorificada, a pesar de que Él veló esa gloria que le correspondía para poder padecer por nosotros; mientras que la Santísima Virgen es la luna del mundo sobrenatural: ningún astro más hermoso que Ella, pero Ella recibe del Sol, que es Cristo, toda su gloria.

• Pero también, a su modo, le tocaba a la Virgen ser refulgente como un sol, pues la gloria que hoy se manifiesta en la Virgen, de Ella debe comunicarse un a todos nosotros.

Es este misterio de la Asunción la culminación de todos los misterios de la Virgen. Podríamos decir que Nuestra Señora es una hermosa catedral en que su divino Hijo ha ido colocando paso a paso las diferentes columnas; que deben sostener la cúpula final que la completa y acaba: los pilares son como los privilegios que Nuestra Señora recibe en vida, pero todos ellos sólo encuentran su perfección en la glorificación definitiva de la Virgen por la Asunción, y por eso todos apuntan hacia la Asunción como hacia su fin. Es lo que hermosamente explica el Papa Pío XII, dejando hablar a los Santos Padres, en la bula “Munificentissimus Deus”, en la que define el dogma de la Asunción de María.



viernes, 5 de agosto de 2022

NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES – 2022

 

Esta fiesta preludia el Triunfo de la Asunción. Celebramos la dedicación de una de las cuatro Basílicas Mayores de Roma, que se llama María la Mayor: la Basílica Mariana por excelencia. La Virgen se apareció en sueños a un joven, encomendándole construir una basílica sobre el Esquilinio, en el que, al día siguiente, estaría cubierto de nieve. Y al día siguiente, en efecto, a pesar que apretaban los calores del verano, una nevada milagrosa indicó el lugar de la basílica deseada por Nuestra Señora. Con este motivo se la llamó iglesia de Nuestra Señora de las Nieves. A mediados del siglo IV, el Papa Liberio la consagró para el culto. El Papá Sixto III la reconstruyó casi enteramente y después la dedicó en el año 435 a la Virgen, cuya Maternidad Divina de María había definido el Concilio de Éfeso en el 431 y también había consagrado el nombre de "Theotokos", Madre de Dios. Entonces fue cuando la Basílica recibió y guardó el nombre de Santa María la Mayor. ¡Cuántos santos recibieron aquí gracias especiales! Aquí fue donde, una noche, la Virgen Santísima colocó al Niño Jesús en los brazos de San Cayetano de Thienna, en otra Noche de Navidad, San Ignacio de Loyola celebró su primera Misa; aquí también los rosarios rezados por San Pío V obtuvieron para los Cruzados la victoria de Lepanto. Así también pidamos nosotros a nuestra Señora de las Nieves nos ayude a calmar el fuego abrazador de nuestras pasiones, trocando nuestro corazón semejante al de Ella.