Esta fiesta preludia el Triunfo
de la Asunción. Celebramos la dedicación de una de las cuatro Basílicas Mayores
de Roma, que se llama María la Mayor: la Basílica Mariana por excelencia. La
Virgen se apareció en sueños a un joven, encomendándole construir una basílica
sobre el Esquilinio, en el que, al día siguiente, estaría cubierto de nieve. Y
al día siguiente, en efecto, a pesar que apretaban los calores del verano, una
nevada milagrosa indicó el lugar de la basílica deseada por Nuestra Señora. Con
este motivo se la llamó iglesia de Nuestra Señora de las Nieves. A mediados del
siglo IV, el Papa Liberio la consagró para el culto. El Papá Sixto III la
reconstruyó casi enteramente y después la dedicó en el año 435 a la Virgen,
cuya Maternidad Divina de María había definido el Concilio de Éfeso en el 431 y
también había consagrado el nombre de "Theotokos", Madre de Dios.
Entonces fue cuando la Basílica recibió y guardó el nombre de Santa María la
Mayor. ¡Cuántos santos recibieron aquí gracias especiales! Aquí fue donde, una
noche, la Virgen Santísima colocó al Niño Jesús en los brazos de San Cayetano
de Thienna, en otra Noche de Navidad, San Ignacio de Loyola celebró su primera
Misa; aquí también los rosarios rezados por San Pío V obtuvieron para los Cruzados
la victoria de Lepanto. Así también pidamos nosotros a nuestra Señora de las
Nieves nos ayude a calmar el fuego abrazador de nuestras pasiones, trocando
nuestro corazón semejante al de Ella.
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