Representémonos al Corazón de María lleno de la gloria de Dios, como sol brillantísimo del Cielo. |
Oh, Corazón de María, pues sois tan acreedor de los cielos y de la tierra, yo os venero con el más profundo respeto y me gozo contemplando en Vos el milagro de la Omnipotencia divina, digno de toda bendición y alabanza por los siglos de los siglos.
Veneremos al Corazón de María – Considera cuán digno de la más profunda veneración es el Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen María. Después de la humanidad de Jesús, la obra más estupenda que salió de las manos de Dios fue el cuerpo y el alma de esta Virgen celestial, en cuya perfección y embellecimiento empleó todos sus divinos atributos, agotando en cierto modo los tesoros de su poder y sabiduría, las riquezas de su infinita bondad. Más pondera cómo la parte más noble del cuerpo santísimo de María es su Corazón Inmaculado. Principio de la vida de la Madre de Dios, fuente de la Sangre que se formó el Corazón de Jesucristo, vaso preciosísimo donde estuvo depositado el precio de nuestra Redención: Cristo Jesús.
Este Corazón fue el
instrumento de aquella alma santísima, superior en perfección sobrenatural a
las naturalezas angélicas; el relicario donde guardaba María las palabras de su
Hijo; el centro de los dolores que sufrió en la Pasión, espejo del Corazón de
Jesús, horno de su inmensa caridad hacia Dios, fuente de su compasión hacia los
hombres, sus hijos, asiento de sus virtudes soberanas, jardín de las delicias
de la adorable Trinidad.
Padre Ribera
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