martes, 15 de septiembre de 2020

15 DE SEPTIEMBRE, LOS DOLORES DE NUESTRA MADRE MARÍA


Retírense del cielo astros
de la noche, y aterrizado
el sol precipite su carrera, mientras
yo recuerdo el oprobio de
una muerte inhumana, la muerte
de un Dios.

Allí estabais Vos, ¡oh Madre!,
presenciando el suplicio, agobiada
de males; y los soportabais
con inalterable firmeza de corazón,
mientras vuestro Hijo suspendido
en la Cruz exhalaba
grandes gemidos.

¡Con qué dardos tan penetrantes
os atraviesa el alma la
contemplación de vuestro Hijo
pendiente ante vuestra mirada,
con el cuerpo magullado por los
azotes, surcado todo de heridas!

¡Ah! ¡De cuántas maneras y
cuán cruelmente oprimían vuestro
amoroso Corazón los salivazos,
las bofetadas, los golpes, las heridas,
la hiel, el ajenjo, la esponja,
la lanza, la sed, las espinas
y la sangre!

Sin embargo, más intrépida
que los mismo mártires, la Virgen
se mantiene en pie: por un
prodigio inaudito, ¡oh Madre!, en
medio de tantos dolores mortales,
continuáis viviendo.

Gloria, alabanza y honor a la
Trinidad Todopoderosa; a ella
pido humildemente y con vivas
instancias, la gracia de imitar la
fortaleza de ánimo de la Virgen
con mi valor en la adversidad. Amén

Del Oficio de Maitines,
del “Breviario Romano”
(Gubianas-1940)



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