Excelencia de esta devoción.- Penetremos más en particular en los
motivos que deben movernos a tener esta devoción tierna y encendida al Purísimo
Corazón de la Santísima Virgen y sea el primero lo excelente que es en sí misma
es devoción preciosa. En cuanto a su objeto material, ¡el Corazón mismo de la
Virgen!, salta a la vista cuán digno es de Ella; es el instrumento del que se
valió el Espíritu Santo principalmente para la obra de la Encarnación. De aquel
Purísimo e Inmaculado Corazón, brotó la Sangre Preciosísima de la que se formó el
Cuerpo Sacrosanto y hasta ¡el mismo Corazón Sacratísimo de Cristo! De allí tomó
el Señor aquella Sangre que había de ofrecer en la Cruz por la salvación de la
humanidad.
Era aquel Corazón el centro y
el foco de la vida de la Santísima Virgen; todos sus latidos y pulsaciones,
todos sus más mínimos movimientos, participaron de los méritos incalculables
que en cada instante de su vida, mereció María. Recorre los pasos principales
de esta vida y contempla a la vez al Corazón de la Virgen acusando todas sus impresiones.
¡Cómo se estremecería en la Anunciación cuando lanzó la sangre a colorear
aquellas mejillas que se turbaron ente la presencia del Ángel y al escuchar sus
palabras! ¡Qué emoción en la Nochebuena, cuando contempló el rostro de Jesús
por primera vez! ¡Qué encogimiento y ahogo en los sobresaltos de la huida a
Egipto!
Y cuando el anciano Simeón le
clavó aquella espada de dolor, ¡qué latidos tan apresurados no daría aquel
Corazón! Y ¡cómo aún hubieron de acrecentarse estos latidos en la pérdida del niño
y sobre todo en la Pasión y muerte de su Hijo! Es claro que no podemos concebir
ningún misterio de la vida de la Virgen, sin que a la vez veamos cómo
repercuten y cómo corresponden en este Corazón nuevos latidos, nuevos
movimientos. ¡Ah! y ¡cuántas veces se hubiera parado y hubiera dejado de
sostener a aquella preciosísima vida contraído y apretado por la fuerza de la
alegría unas veces o por la violencia del dolor otras, si Dios no la hubiera
sostenido y a veces hasta llegando a echar mano milagrosamente de su
Omnipotencia para conservar una vida que, naturalmente, no se podía sostener!
¿No te parece que todo es más que suficiente para hacer amable y excelente a
esta devoción?
Y, sin embargo, sube de punto este razonamiento, si
contemplas al Corazón de la Virgen, como al órgano sensible de su amor, como al
instrumento que recibía todas las impresiones de su cuerpo y de su alma para
convertirlas en amor, para encenderse y abrasarse más y más en el fuego del
amor. Esto sí que es difícil que lo puedas conocer, mejor será sentirlo.
Penetra en Aquel abrasado Corazón y suplica a la Virgen te encienda en Él y
abrase también el tuyo, que tu corazón participe, algo al menos, de aquel amor
en que el Purísimo Corazón de María rebosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.